El restaurante Windsor es todo un emblema gastronómico de la ciudad por su cocina catalana contemporánea, pero, sobre todo, por la excelencia de su sala, que dirige Joan Junyent, distinguido el año 2022 como Premio Nacional de Gastronomía al mejor jefe de sala, por el ACGN.
Una elegancia atemporal, sobria, pero extremadamente exquisita, es la que destila el Windsor desde que se atraviesa su puerta, se pasa por su pasillo (donde el protagonista es el carro de quesos seleccionados y afinados) y uno se sienta en una de sus amplias mesas, algunas de ellas con vistas al patio interior. Su equipo de sala, cohesionado y coordinado de forma milimétrica e invisible por el capitán Junyent, son la puerta de entrada a una experiencia gastronómica donde disfrutar de la comida, sorprenderse con la selección de vinos que hace Christian Aragone y, al mismo tiempo, descubrir, o rememorar, la historia moderna de nuestra cocina son la esencia máxima.
Con el foco puesto en el producto y su temporalidad, la cocina del Windsor busca ofrecer una experiencia de mínima intervención en la materia prima, jugando con un máximo de tres ingredientes por plato. Tiene una carta donde los platillos se cambian cuatro veces el año, y dos menús degustación (el Windsor y el Gran Windsor), pero la magia y la profesión es clamorosa con los menús estacionales. Tan completos, trabajados y ajustados de precio que, cada vez más, llenan las mesas con una clientela ávida de disfrutar de lo mejor de la temporada, al paladar.
Los mejores menús estacionales de Barcelona
Muchos de ellos, disponibles solo a los mediodías, como el famoso Menú de Escudella (disponible solo los martes y miércoles, para comer, desde noviembre hasta febrero), el de Caza, Trufa y Alcachofa (que empieza al principio de enero y, si la temporada lo permite, se alarga hasta la primera semana de febrero), el de Guisantes (de febrero a marzo) o el Menú Barcelona, una novedad del año pasado que ha sido todo un éxito, con platos de la cocina tradicional del siglo XX como homenaje a Nèstor Luján, con una joya inconmensurable como los canelones Rossini entre sus filas. Esta segunda edición del Menú Barcelona se podrá degustar entre junio y septiembre de este año. Sin fecha de caducidad, pero adscrito a las comidas, nos encontramos el Menú Tradición, con clásicos del recetario catalán, en un viaje que ayuda a reconocer en el paladar actual el porqué de los sabores actuales.
La caza ha vuelto a las vidas de la clientela sibarita en los últimos años, gracias al hecho que la destreza de sus elaboraciones, estacionalidad y sabores potentes han hecho revalorizado estos platos tan especiales. En el Menú de Caza, Trufa y Alcachofa del Windsor, el faisán, la liebre y el ciervo son el hilo conductor de la proteína animal, complementada por dos joyas de nuestro terroir: la alcachofa del Prat y la trufa de Osona. Este trío juega sin estridencias a lo largo de 5 platos y unos postres: espléndida entrada del caldo de caza con faisán y foie y sorprendente el carpaccio de alcachofas, aliñado de piñones, jugo de trufa y queso (curado durante 18 meses) por la distinción de sus sabores armónicos. No falta en este menú un rollito de liebre à la Royale (con dados de hígado y manzana) o un ciervo en dos cocciones (guisado con un salseado de sabrosa reducción y en tartar, curado con sal y azúcar). La glotonería queda satisfecha cuando llega a la mesa la cazuela suflé de chocolate con trufa negro.
Y buena parte de la gracia de esta casa es que la sensación del comensal siempre es de satisfacción, con ganas de más. En otras palabras: todo está medido por satisfacer, pero al mismo tiempo, dejar ganas de volver en otra ocasión para más fiesta gastronómica. Si el símil fuera una cita concertada en una app, en el Windsor siempre se hace partido. En esta imprescindible casa de la buena mesa y el buen beber se tiene que volver, mínimo, una vez al año. Está como volver en casa.