La brasa es la técnica culinaria más ancestral de todas. Una manera de conectar con los sabores y las texturas más primitivas que solo se consigue con buena leña y mucha paciencia. El Erre & Urrechu, el restaurante que Íñigo Urrechu ha abierto en Barcelona después del éxito del que tiene en Marbella, es la meca de la brasa vasca en la capital catalana. Un restaurante donde disfrutar de carne, pescado y verduras a la brasa, pero también de una amplia gama de vinos y un trato al cliente inmejorable.
Elegancia pura
Es miércoles, hace buen día y además es mi cumpleaños. Mientras nos dirigimos al Gran Melià para probar la oferta de Erre, lo primero que me llama la atención es la facilidad para llegar al restaurante. Metro hasta Zona Universitaria y cinco minutos a pie hasta la puerta del local. Primero entramos en la recepción del hotel y seguidamente pasamos al interior de Erre. Un suave olor de brasa te da la bienvenida una vez dentro del comedor; un contraste muy agradable entre el ambiente aseado del hotel y la calidez del restaurante.
Luz suave, butacas verdes y mesas puestas con la máxima elegancia visten un comedor recogido, confortable y donde se respira calidad
A mano izquierda, una barra; en medio, las mesas del comedor principal; en los laterales, cuatro reservados más íntimos para una comida especial; y al fondo, la brasa abierta a la vista de todo el mundo. Luz suave, butacas verdes y mesas puestas con la máxima elegancia visten un comedor recogido, confortable y donde se respira calidad.
Buen pescado, buena carne y buena brasa
Carne, verdura y pescado; en Erre lo tocan todo. Es un restaurante caro -no deja de ser de lujo-, pero sinceramente, creo que es un buen sitio para ir a hacer una comida especial. Tienen tres parrillas en las cuales preparan la carne, la verdura y el pescado por separado. Con leña de encina, de naranjo y de olivo respectivamente, el punto de cocción de cada plato es perfecto y se adapta a los gustos de cada cliente.
La comida empieza con un entrante de cortesía delicioso: una crema de zanahoria que se nos queda corta. Después, el steak tartar, la prueba del algodón de los restaurantes; si el tartar es bueno, la comida será buena. Y efectivamente, el tartar de Erre es exquisito. Además, te preguntan qué nivel de picante quieres y te traen una muestra para que la pruebes antes de servirte la ración al completo.
Los platos fuertes
Por recomendación del camarero, además del entrante, pedimos un plato de pescado y uno de carne. Idealmente, conviene partir cada ración entre tres o cuatro personas porque las cantidades son generosas.
El primer plato fuerte es la lubina, presentada entera y emplatada al momento. Una pieza preciosa acabada con pimiento rojo y ajo crujiente que te hace salivar solo de verla. Aparte, el pescado lo acompañan unas verduras a la brasa deliciosas. Para maridarlo, un Rias Baixas blanco, seco y exquisito.
Además, nos dejan escoger el cuchillo con el cual cortar la carne: el alemán, el francés y el español
Por último, el rey de la casa: el entrecot de cebón de Angus. Una pieza preciosa que se sirve con tres tipos de sal (Maldon, con seis especias baleares y hawaiana) y que nos sirven cocida al punto. Además, nos dejan escoger el cuchillo con el cual cortar la carne: el alemán, el francés y el español. La recomendación de la casa, el alemán, aunque, como apunta la camarera con complicidad, todos acaban cumpliendo la función de cortar. Para acompañarlo, nos sugieren un Jumilla negro, un vino que se ve poco en las cartas y que marida de maravilla con esta pieza de carne.
Nos queda un agujero para los postres: dados de Torrija con helado. Una manera contundente de acabar una comida espectacular, con un servicio atento, en un espacio idílico y con brasa de primer nivel.