Qué bonito es visitar Calella de Palafrugell. Y, especifico, es precioso hacerlo de noviembre a marzo. Coger el coche, conducir un rato dirección Girona y plantarse en una región fantasma. No exagero. Pasear por las calles de este núcleo costero es de película de miedo, pero también romántica. Un pueblo entero para ti. Este, que es uno de los destinos más encantadores de la Costa Brava, cuenta, además, con maravillosas propuestas gastronómicas. La gran mayoría de ellas permanecen cerradas los meses de más frío invernal (si es que eso existe ya), pero empiezan a sacar la cabeza y subir las persianas para estas fechas de febrero. Bien decidido que sería una oportunidad única, me animé a pasar un sábado de sol, tranquilidad, 'anti-guiris' y, por descontado, buena gastronomía.

Les Voltes (y los arroces) de Calella de Palafrugell

Después de pasar muchos veranos durante la infancia en la playa de Port Bo (o de las Barques) y ver como con el paso de los años se inundaba de gente y más gente, llegó un punto que desistí de volver, al menos en época estival. Y la espina la tenía clavada desde entonces. La cantidad de horas que he vivido en este rincón mágico y cálido de Catalunya son incontables, como también las ocasiones que me planteaba hacer una comida al sol y la agradable sensación de verano. Pero nunca conseguí contentar mis deseos. Hasta hace pocos días.

El espacio interior de Les Voltes de Calella by Es Portal / Foto: Cedida

El restaurante Les Voltes de Calella by Es Portal es uno de los establecimientos que da la bienvenida a esta pequeña playa de barcas y arena dorada. Con imágenes de postal y arroces y paellas para deshacer los paladares, el famoso efecto llamamiento se pone de manifiesto en lugares de este calibre. El olor de mar, el 'calorcillo' del buen tiempo y un arroz en la sombra de Les Voltes de Calella con buena compañía en uno de los mejores rincones del mundo. ¿Qué más se puede pedir en un día soleado, de jersey fino y sin masificación de personas?

El olor de mar, el 'calorcillo' del buen tiempo y un arroz en la sombra de Les Voltes de Calella con buena compañía en uno de los mejores rincones del mundo

Una carta de mar y de mercado

El autor de la propuesta gastronómica es el chef Juan Carlos Sànchez, que propone una cocina ampurdanesa, de mar y de mercado, con arroces de las variedades cultivadas en Pals, pescado de las mejores lonjas de la Costa Brava y carnes y otros productos de calidad del territorio. Y aquí también juega un papel destacado el vino, con una esmerada selección de vinos de la DO Empordà y otras zonas productoras de vinos.

Para picar entre horas, sabrosas tapas con sabor de mar: cáscaras con diferentes elaboraciones, el casero fish&chips, anchoas de la Escala, sonsos... y también encontrarás los clásicos jamón ibérico, croquetas de queso de cabra y cebolla caramelizada y las patatas bravas de Les Voltes, entre otras cosas. Cocina junto al mar, cocina ampurdanesa. Fresco, local, de productores y elaboradores que cuidan del producto y la calidad para personas que aprecian una buena mesa con un buen vino. Elaboraciones que sacan provecho de exquisitas y sabrosas creaciones concebidas con amor para llevarte la riqueza del paisaje que la vista te ofrece a pocos metros a tu paladar.

Si echamos un vistazo a la carta y a los platos que hay a la sección "de la tierra", quedaremos desconcertados. Platos excelsos como un canelón relleno de pollo de campesino, trufa y foie de pato o un steak tartar de Picanya macerada en su grasa con copos de queso el Set de Mas Mercè son algunos platos que llaman la atención de cualquier buen gourmet. "Cinco arroces y un fideo" complementa las secciones de la carta. Un arroz de alcachofas y carne, un arroz negro a la cazuela o un arroz Nembo del Estany de Pals son ejemplos de lo que puede llegar a maravillar la propuesta culinaria del espacio. ¿Realmente exquisito, verdad?