El Via Veneto es el clásico de clásicos entre los restaurantes de Barcelona. Un espacio único que te traslada a otra época y donde la elegancia y la tradición te abrazan desde el primer momento que entras. Un restaurante emblemático que también acoge comidas privadas y donde la D.O Cava presentó hace unos días algunas de las novedades de los espumosos de este año. Así se come en el restaurante preferido de Salvador Dalí; un lugar donde el artista surrealista se rendía al clasicismo más puro para hacer de las suyas con los invitados.

El restaurante preferido de Dalí

Vía Veneto (C/ Ganduxer, 10) es un local clásico como ningún otro; premiado con una estrella Michelin y tres Soles Repsol, más que un restaurante es una máquina del tiempo. Abrió puertas el año 1967 y 57 años después se mantiene congelado en otra época. Lo primero que te encuentras al llegar es un aparcacoches muy elegante que guarda una puerta coronada por dos toldos rojos.

La decoración de Via Veneto es un viaje al pasado. / Foto: BCN Foodie Guide

Dentro, un pequeño pasillo estrecho te conduce a la barra y a la sala principal del restaurante; cortinas gruesas, sillas tapizadas, manteles de ropa y camareros con esmoquin visten un espacio con la luz tenue y un auténtico espíritu señorial. No es baladí que fuera uno de los restaurantes predilectos de Salvador Dalí. En el Via Veneto, el genio de Figueres celebraba comidas con varias personalidades, con las cuales perpetraba algunas de sus gestas más surrealistas. En una ocasión, Dalí pidió que le sirvieran unas longanizas que hizo colgar del cuello de los invitados.

La tradición más contemporánea

Además de la sala principal, el restaurante dispone de una sala reservada para actos privados en la cual se celebró hace pocos días una comida organizada por la D.O Cava. La entidad, representante de los espumosos más prestigiosos de Catalunya, presentó los resultados económicos del último año y maridó, con 10 cavas monovarietales diferentes, una comida excelente.

Un plato exquisito, pero sobre todo precioso, que daba lástima comerse de tan bonito que se presenta

La comida, en una larga mesa puesta con más de 300 copas -para una treintena de comensales- empezó con unos cuantos aperitivos: fuet de Tortellà, patata souflé de brava, tartar de salmón o gelée de vermú de Reus con oliva y naranja son algunas de las delicias que los camareros ofrecían elegantemente a los asistentes. Además, el primero de los cavas que pudimos probar fue un Rosat Bru 2021 del Celler Carles Andreu, un monovarietal elaborado con uva trepat. Llegado el momento de sentarse en la mesa, el primero de los cinco platos de la comida fue un carpaccio de atún rojo de la Ametlla de Mar. Un plato exquisito, pero sobre todo precioso, que daba lástima comerse tan bonito que se presenta. Un carpaccio maridado con dos cavas xarel·lo del 2017 de primer nivel: Un Juvé y Camps Milesimé y un Avinyó La Ticota.

El carpaccio de atún con fresas, además de precioso, es exquisito. / Foto: Oriol Foix

Una verdura muy difícil de maridar que encaja a la perfección con estos dos cavas rosados

Acto seguido, los elegantes camareros sirvieron los dos siguientes cavas (Pere Ventura Vintage Rosé 2018 i Alta Alella Laietà Rosé 2019), un Pinot Noir y un Monastrell rosados exquisitos. Dos cavas que maridaban sorprendentemente bien un suculento coulant de alcachofa, la enemiga número uno de los sumilleres. Una verdura muy difícil de maridar que encaja a la perfección con estos dos cavas rosados. A continuación, las 'chuletitas' de lenguado a la milanesa, un plato de pescado fascinante de lo más sencillo, pero lleno de sabor, servido con dos U Mes U Caelus 2016 y Vins El Cep Mim Natura Blanc de Noirs 2018.

Un coulant de alcachofa cremoso, sabroso, con virutas de trufa y maridado a la perfección. / Foto: Oriol Foix
Las presentaciones de los platos mantienen la esencia clásica en la vajilla y la parte innovadora en los emplatados. / Foto: Oriol Foix

El último de los cuatro platos principales fue el jarrete de cerdo con berenjena y manzana, un auténtico festival para el paladar. Una carne tierna, pero que no se deshace; mantiene la estructura y es firme en boca. La salsa, intensa en la medida justa, es digna de mojar una buena de rebanada de pan al acabar, y la salsa de berenjena tiene un intenso sabor fumado que cautiva a los que nos gustan los sabores potentes. Para maridarlo, como no existen los cavas negros, la opción escogida por los sumilleres fueron un Codorniu Ars Collecta Paraje La Pleta 2014 y un Cava Guilera Green Xarel·la 2012.

La acidez de los cítricos contrasta con el intenso sabor del sorbete de albahaca y la textura curiosísima de las burbujas de tónica

Un plato de carne espectacular; el ejemplo perfecto de buena cocina tradicional ejecutada a la perfección. / Foto: Oriol Foix
Colores, sabores, texturas, aromas... un plato que concentra multitud de sensaciones. / Foto: Oriol Foix

Para acabar, unos postres de lo más divertidos. Un plato de cítricos de temporada con tres sorbetes y burbujas de tónica. Un plato de colores llamativos y sabores mágicos. La acidez de los cítricos contrasta con el intenso sabor del sorbete de albahaca y la textura curiosísima de las burbujas de tónica; pequeñas bolas transparentes que te explotan en la boca y te inundan el paladar con una sutil amargura. Unos postres maridados con un Freixenet Malvasia 2014 -el cava más bueno de toda la comida, dulce y sabroso- que cierra una comida redonda, en un espacio increíble y con un servicio impecable.