La línea divisoria entre los restaurantes gastronómicos y los populares cada vez está más diluida, ya que el reino imperante hoy en día es el de los bistronómicos, restaurantes donde ponen atención al ofrecer producto, técnica y experiencia por tickets que rondan entre los 35 y los 50 €. Estrenándose el siglo XX, esta frontera era mucho más patente, con las casas de comidas poblando la ciudad, de carácter popular y basado en platos catalanes, en contraposición con los restaurantes, de enfoque a la refinada cocina francesa y solo accesible para la burguesía acomodada. Sin embargo, la esencia de la casa de comidas ha cobrado protagonismo en el mapa de la restauración barcelonesa, recuperando la nostalgia de lo que es popular, conectado con tradición y cocina catalana. Muchos restaurantes hacen bandera, incorporando la palabra "casa" en su nombre y ofreciendo informalidad elevada con platillos que, para muchas generaciones, solo habían probado en casa los abuelos.

Restaurante Casa Pepi: una nueva casa de comidas en el Clot

El restaurante Casa Pepi acaba de abrir en El Clot, barrio popular que, no obstante, está atrayendo la mirada de restauradores y emprendedores gastronómicos que buscan desmarcarse de la centralización y seducir a los barrios, con bolsillos que quieren gastar y estómagos que quieren disfrutar. Y puestos a hablar de nostalgia, en Casa Pepi se respira: los movidos años 80 están presentes en la decoración y el mobiliario, que recuerda en una sala de estar y comedor de aquella época. Como un homenaje. Y esta sensación no se aleja de lo que realmente es: un homenaje. Casa Pepi es la casa de Josep Maria Ferraz, a quien los amigos nombran Pepi por su sentido del humor, frescor y espontaneidad.

El atún en cebolla del Casa Pepi / Foto: Marta Garreta
El atún en cebolla del Casa Pepi / Foto: Marta Garreta

Ferraz ha dedicado toda su vida a la restauración y su modestia le impide ponerse medallas que, por otra parte, serían bien merecidas. Sirvan como ejemplo los restaurantes del Grupo Amiks (Bar Pimentel, Culkin, Piel de Gallina o V de Vermut) a los que se suma el nuevo Casa Pepi, liderados por Martín Pimentel. Ferraz ha sido alma inspiradora y la pieza primordial a escala conceptual, partiendo de la profunda amistad que tiene desde hace años con Pimentel. Casa Pepi es una casa de comidas divertida, desenvuelta, una pequeña cápsula en el tiempo que permite disfrutar de platos de la infancia y etapa adulta de Ferraz, como los callos, las albóndigas con sepia, la ensaladilla rusa, los calamares a la romana o la bomba de la Barceloneta que la madre de Ferraz le hacía de pequeño. "Me gusta esta recuperación de platillos populares", explica Ferraz con una sonrisa amplia, "no hay mejor manera de reivindicar una identidad cultural que a través de la comida".

Espectacular Bomba de la Barceloneta del Casa Pepi / Foto: Marta Garreta
Espectacular Bomba de la Barceloneta del Casa Pepi / Foto: Marta Garreta

Esta recuperación la ha hilado usando su experiencia vital como hilo conductor: encontramos el atún cebado andaluz, o los calamares a la romana (también) al estilo andaluz, región donde él vivió bastantes años, y el hígado marino, un hígado de bacalao confitado en aceite que es una delicia de la cocina de pobre, presente en su casa de la infancia en el barrio de la Barceloneta, como buen hijo de pescadores. "La bomba de la Barceloneta que hacía mi madre tiene un secreto: la butifarra de cerdo duroc y los piñones", confiesa Ferraz. Entre plato y plato, mientras limpia la mesa y planta los platillos (en formato tapa, bien generosos), explica detalles y los rellena con anécdotas personales, ante las que no se puede evitar sonrisa porque Josep Maria, como también es la casa de comidas en la que cede el sobrenombre, es próxima y cálida como él.

El foie marino del Casa Pepi / Foto: Marta Garreta
El foie marino del Casa Pepi / Foto: Marta Garreta

Los calamares a la romana son uno de los platos imprescindibles a probar, con el rebozado sedoso y sabroso que le imprime la cerveza en la harina y los toques de lima y cúrcuma. También la ensaladilla rusa, muy bien hecha, con el ácido de las piparras para contrastar, o el foie marino, acompañado de compota de manzana y tostadas de pan de coca para untar y disfrutar, pero sin ningún tipo de duda se lleva la corona y los laureles la bomba de la Barceloneta, de balance ideal entre el punto picante y la potencia de sabor del guiso interior. Para suavizar estas viandas, nada mejor para optar por la selección de cervezas artesanas, pero para quien celebre los vinos de Jerez, lo mejor será pedirle a Ferraz alguna copita de su bodega personal. Coincidirán en una debilidad en común, si es que a aquellas alturas, no se ha sumado el hecho de venir a disfrutar en Casa Pepi.