Barcelona está llena a tope de restaurantes italianos. Y eso siempre es una buena noticia: una de las mejores gastronomías del mundo ha hecho feudo a nuestra casa en forma de pizzerías y trattorias, de sitios para hacer un aperitivo con spritz y de pastelerías, heladerías e, incluso, tiendas de comestibles. Las aportaciones de la comunidad italiana todavía van más allá: suministran gran parte de la escena de la coctelería barcelonesa y han traído un saber hacer en la sala todavía más atento y proactivo. Pero si bien la cocina tradicional italiana es un gozo, al gastrónomo de la ciudad también le gusta probar platos que vayan un poco más allá. Y este es el caso del restaurante Agreste.
Restaurante Agreste: excelente cocina italiana
Allí, donde antes había la antigua Casa Fausto y, todavía antes, el puesto del ómnibus de Vallcarca, hoy está el restaurante Agreste, que define su oferta como italiano-catalana, con concesiones en otras recetas del Mediterráneo. Es decir: hace vanguardia de la tradición con productos, técnicas y combinaciones de Catalunya y también de Italia, trabajando buen producto con técnica fina. El artífice de todo eso es Fabio Gambirasi, en la cocina, y Roser Asensio, en la sala, y también del resto del equipo.
El concepto se traduce en platos como el delicado y sabroso tartar de tomate Paolo Petrilli con anchoa y alcaparras, una espectacular fregola sarda con calamar y nduja, los tagliatelle a la chitarra con cigala, extraordinarios. El menú degustación, a 100 €, todavía incluye más platos, como una carbonara viciosa de sepiola y setas, el escabeche de col rellenada, unos fusilli con bacalao con un emplatado estéticamente insuperable, las oronjas con ajoblanco y polen o una especialidad boloñesa, los raviolis de calabaza y galletas amaretti. Como decíamos, producto excepcional, tratado con precisión milimétrica, sin perder ni una gota de pasión.
En el apartado de postres, un tiramisú formidable y como es debido, y también una sorpresa espléndida: un helado de perejil acompaña un fondo de toffee y un añico de plátano cubierto de amaretti desmenuzados.
En la bodega del restaurante, que hace años que se engorda gracias al buen trabajo de los diversos sumilleres que han pasado por allí, hoy puede encontrarse una esmerada representación de vinos catalanes, italianos y franceses, con joyas como el champán Le Mont Benoît de Emmanuel Brochet y el blanco La Perlée (2021) de Sylvain Dittière.
Por todo eso, por la traza de Gambirasi, el talento del personal de sala, la calidez del espacio, la estética de cada plato y vajilla y para hacer una cocina italiana de alta calidad, innovadora y única en su especie en la ciudad, no se entiende como todavía la guía roja no ha estrellado el Agreste de Fabio y Roser. Esperamos que no tarden mucho en hacerlo.