El Eixample de Barcelona echa humo por las orejas con respecto a los restaurantes. De todo tipo: de aquí y de allí, baratos y caros, de calidad normalilla y excepcional. Es una de las zonas más dinámicas y eclécticas de la ciudad, rellena de calles llenas de vida, tiendas de todo tipo y una oferta gastronómica casi inalcanzable. Entre la gran cantidad de restaurantes que pueblan esta área, no es fácil encontrar joyas que realmente valgan la pena. Paseo por las calles un lunes después de fin de semana, descubriendo la propuesta de Italia con gusto, y apuesto por visitar el restaurante Ostaia.
Restaurante Ostaia: viva la cocina genovesa
Ostaia se desmarca del resto de italianos y su P&P (Pasta y Pizza). Va a los orígenes concretos de Génova, al norte del país alpino, para acercar a Barcelona un bocado de aquella cocina y de aquellos ingredientes tan desconocidos para nosotros. Ubicados en la c/ de Aribau 58, es un local sencillo con mesas repartidas a lo largo de todo el comedor y, en el fondo de todo, imágenes y vídeos que reproducen las calles de Génova para apreciar no solo a través del paladar, sino a través de la vista, la belleza culinaria y cultural de esta región.
Génova, la capital de la Liguria, es famosa por su cocina basada en ingredientes frescos del mar y de la montaña. Uno de los platos más emblemáticos de la región es el pesto alla genovese. De hecho, la ciudad del norte es famosa en todo el mundo por el pesto. Esta salsa verde consigue su máximo esplendor cuando se combina con trofie, ñoquis o lasaña. En un restaurante genovés siempre se encuentran también pansoti con salsa de nueces y raviolis con salsa tuccu.
No he visitado nunca Génova, así que me tomo esta excelsa oportunidad como una primera cata de la región. De esta manera, apuesto por dejarme recomendar por el camarero, un entusiasta y originario de la ciudad nórdica, y me presenta una triple aventura genovesa. Una focaccia con queso y pesto genovés. Muy crujiente y sabrosa, muy diferente de una pizza y de las focaccia que podemos probar.
Continuamos con una taglietelle al ragú, pero matizando que había setas. La pasta dura, hecha con pocos minutos de cocción, como manda la tradición italiana es un plato que anoto a mi lista de favoritos a partir de ahora. Y acabamos con el mejor de todos: un conejo impresionante, no recuerdo qué nombre era en italiano, que no tengo palabras para describirlo. Base cremosa, carne extremadamente tierna que se deshacía en la boca. Qué maravilla desconocida y qué sorpresa tan positiva chocarme con este restaurante italiano y dar un paso adelante en mi conocimiento sobre la cocina alpina.
De postres, un tiramisú que, claro está, como lo hacen ellos nadie. Y es que los italianos tienen el don y han nacido para hacer, entre muchas otras cosas, un excelso tiramisú. Diría que transcurrieron menos de sesenta segundos desde que me lo trajeron en mesa hasta que lo devoré y limpié y que no quedara nada en el bol. ¡Quedó limpio como una patena!
A pesar de la gran pasión de los barceloneses por la cocina italiana, la cocina genovesa es poco representada en la ciudad, con pocos restaurantes especializados que ofrezcan los sabores y los ingredientes típicos de la Liguria. Así, los amantes de la cocina italiana en Barcelona tienen una oportunidad única de descubrir los platos y sabores menos conocidos de esta región del norte de Italia, una experiencia gastronómica que, sin duda, sobresale una de las cocinas más famosas en Europa y en el mundo.