La Bodega Bonay no es una bodega, es un restaurante italiano debajo de un hotel. Pero tampoco es el típico restaurante de hotel, aunque se incruste en un rincón de la Casa Bonay desde noviembre de 2019. Ni es un barco, aunque tenga un capitán, Giacomo Hassan, que lo lleva a fin de que cruce con elegancia el agua turbia que es hoy la hostelería de la ciudad.
Bodega Bonay: cocina universal
Hassan dice que tendría que haber nacido español, pero es italiano, y mejor que sea así. Porque de los centenares de restaurantes italianos que hay en Barcelona, a pocos venden ganas de volver. "Inicialmente, pensamos en una oferta mediterránea que se ha acabado centrando en la cocina italiana, que es una cocina universal, con una representación importante de las verduras", explica el cocinero.
Milanés de nacimiento, Hassan ha recorrido mundo: estudió en la Università degli Studi Gastronomici de Pollenzo y trabajó en el restaurante Guido, en el Piamonte, y también en el Antica Corte Pallavicina, en Parma, en DiverXO, con Francis Mallmann en Miami, en el Disfrutar, en el chileno Boragó, en una estada en el Alkimia de Jordi Vilà, en el restaurante Talla de Cadaquès. Volviendo a Barcelona, dirigió L'Alegria y Bar Veraz, en el hotel The Edition. Hoy es el cocinero ejecutivo de Casa Bonay, es decir, de toda la cosa que se come y bebe en los diversos espacios del hotel.
Una carta que hace enloquecer de alegría
"Quiero tener una selección de vinos italianos que haga caer de espalda", dice Hassan, revelando una de sus últimas obsesiones que aproximará el restaurante a una verdadera bodega. Mientras tanto, la carta de vinos tiene referencias bien escogidas de aquí y de allí, es cómoda tanto para el huésped del hotel como para el gastrónomo empedernido, pasando por cualquiera que quiera detenerse a disfrutar de platos como la tatin de alcachofa, la ensalada de guisantes y verduras con queso stracchino, el inolvidable carpaccio de celery con limón y Parmigiano (lo recuerdo casi cada día desde que lo probé como quien recuerda la última vez que vio a su amante más amado).
También hay los tortellini con mantequilla y salvia, que tienen la fuerza del ibérico o el cordero hecho a la brasa lenta, una técnica que refresca aquel 'a baja temperatura' que ya estamos acostumbrados a leer. En casi todos estos platos hace presencia una base láctica bien mesurada y sabrosa que quizás nos puede cansar, pero a buen seguro que nos irá muy bien para los huesos y los dientes: aquí saben que la dosis recomendada de casi de la OMS es de 1 g y que un vaso de leche solo tiene 0,31 g.
Todos estos platos me van deslizando con fluidez, tal como se desarrolla el servicio en la barra, donde es un gusto sentarse y ver como hacen su danza culinaria Hassan y su equipo. "Quería hacer un restaurante donde la gente se lo pase bien, que les permita disfrutar de la comida, del vino, de la compañía, de todas aquellas cosas bonitas que pasan en un restaurante, y con unos precios honestos", dice Hassan. Su idea ha llegado a buen puerto y, realmente, es un restaurante donde da gusto comer, del que sales preguntándote cuándo volverás, y que ojalá fuera a la semana próxima.
Cuando voy a un restaurante, detesto que me defrauden, y a veces pasa porque se presta demasiado la atención al intentar sorprender. Aquí hacemos cosas normales, cocinamos la comida que a mí y a todos nos gustaría poder hacernos en casa cada día, si tuviéramos tiempo, con productos de temporada," razona el cocinero, que no sé si sabe que hacer cosas normales así de bien hechas ya no es normal, sino toda una rareza, y así nos va. Por suerte, hoy nos podemos anclar en la Bodega Bonay como si nos fuera la vida, y celebrarla con este babà delicioso camuflado en su pastel de almendras.