He escuchado decir entre compañeros de profesión que los hoteles cada vez son más quisquillosos a la hora de diseñar un restaurante para su espacio. En el buen sentido, claro está. Y es que, según estas voces, un restaurante hoy día ya no consigue cuatro estrellas si no tiene una oferta gastronómica con cara y ojos. Es por eso que en los últimos años, los restaurantes de hotel han experimentado una transformación notable, elevando el nivel culinario y convirtiéndose en destinos foodies por derecho propio. Tradicionalmente vistos como una opción conveniente para los huéspedes, pero no para el público local de la ciudad, estos establecimientos han evolucionado hasta convertirse en epicentros de alta cocina, rivalizando con los mejores restaurantes independientes de las ciudades.

Restaurante Reversible: nueva apertura en el centro de la ciudad

En un periodo claroscuro con respecto a la gastronomía catalana, donde semana tras semana noticiamos cierres de establecimientos históricos, también es bueno celebrar nuevas aperturas como es el caso del restaurante Reversible, a pocos metros de plaza Espanya y ubicado en el barrio de la Font de la Guatlla. En Gran Vía de las Corts Catalanas 322-324, había un hotel que hace unos meses bajó las persianas y la cadena Hotel Indigo ha adquirido el nuevo edificio ubicando el Indigo Barcelona Plaça Espanya, con una propuesta gourmet muy interesante.

Tabla de quesos locales en el restaurante Reversible / Foto: Jordi Tubella

Para conseguir este nivel de excelencia, los hoteles están invirtiendo en chefs de renombre, muchos de los cuales tienen un pasado destacado. El cocinero Víctor Alfageme es quien aporta su experiencia y creatividad, diseñando un conjunto inspirado a la ciudad que lo acoge, reflejado por cuatro elementos representativos: Joan Miró, Montjuïc, las Olimpiadas de 1992 de Barcelona y la Catalunya Industrial.

Flores de alcachofa con salsa romesco / Foto: Jordi Tubella

Así es Reversible, el nombre que luce el restaurante del hotel, un espacio animado donde compartir tapas, platillos y platos frescos elaborados con productos prémium de la cultura catalana y estatal. El resultado es una experiencia gastronómica que no solo satisface, sino que sorprende y deleita a los comensales, con un trato muy exquisito hacia el comensal, digno de este hotel de cuatro estrellas bajo el reinado de Rubén Lorenzo, jefe de sala del restaurante.

Aguacate a la brasa con picada / Foto: Jordi Tubella

En mi visita nocturna, tengo que dejar de lado los arroces, pescados y carnes, para centrarme en las tapas y los platillos. La tabla de quesos locales con mermelada, la original y única ensalada de César con pollo asado, el carpaccio de picaña madurada, los saludables aguacates a la brasa con verduritas y las deliciosas flores de alcachofa con salsa romesco. Y, finalmente, un buenísimo steak tartar de ternera madurada que puso el lacito a una cena glorioso. Todo, conceptos culinarios contemporáneos y sostenibles que me sorprenden en un diseño de las mesas y aprovechamiento inteligente del espacio, evitando esta sensación de saturación, que tanto abunda en muchos restaurantes.

A través del uso de productos locales y de temporada, la implementación de técnicas de cocina sostenible y la creación de menús que reflejan las tradiciones culinarias de la región, consiguen crear una carta pensada para renovarse cuatro veces cada año. Una propuesta de invierno, de primavera, de verano y de otoño, para dar valor al producto. Yo tengo la oportunidad de probar los últimos reductos primaverales, antes de dar paso al verano, aunque Víctor Alfageme me confiesa que está expectante para recibir el otoño y poder jugar con las setas y las hortalizas propias de esta época.

Unos ovillos de ensalada César muy sorprendentes / Foto: Jordi Tubella

Esta tendencia no solo enriquece la oferta gastronómica, sino que también resuena con un público cada vez más consciente del impacto ambiental y cultural de las elecciones alimentarias.

Steak tartar de ternera madurada / Foto: Jordi Tubella

Los restaurantes de hotel han dejado atrás la imagen de simple conveniencia para convertirse en referentes de la alta cocina. Con propuestas culinarias cada vez más elaboradas, chefs de prestigio, ambientes sofisticados y un enfoque en la sostenibilidad, estos establecimientos están redefiniendo qué significa comer en un hotel. Ya no se trata solo de una comida durante una estancia; es una experiencia gastronómica completa que invita a los comensales a disfrutar de lo mejor de la cocina local e internacional.