Mas Generós se ubica en Fonteta, población célebre por el requesón de trapo, y en su nombre encapsula muchos actos de generosidad: el primero y más importante, el de ofrecer ocio con exquisitez máxima, y el segundo, el de brindar la riqueza que brota de la tierra en un formato gastronómico único en la zona. Inherente a este, está la generosidad de compartir el conocimiento, creando un círculo cerrado donde el comensal disfruta y aprende. Es responsable una cocinera, Iolanda Bustos, también conocida como la chef de las flores. Aquí, las flores, las aromáticas y las plantas botánicas están presentes en cada plato y elaboración que llegan a mesa, y con este gesto, se oye que participa del ciclo de la naturaleza y reconecta con ella.

El capazo lleno de flores y botánicos, a punto para cocinar / Foto: Jordi Domènech
La cesta llena de flores y botánicos, a punto para cocinar / Foto: Jordi Domènech

Bustos ya es todo un referente: habrá quien todavía la vincule a La Calèndula, el restaurante que durante 8 años defendió desde Girona y, en los 8 años siguientes, reventó en popularidad en Regencós, hasta que en el 2021 resolvió liquidar por divergencias con la propiedad del hotel donde estaba incardinado. Con una cocina moderna, pero al mismo tiempo ancestral, donde todo el mundo quería disfrutar de la sensibilidad de esta chef que incorporaba los productos de huerta propia y de su granja de plantas y flores. Actualmente, es asesora, chef privada y colabora con proyectos agroalimentarios de la zona (como creando champán de saúco con MOMA, vino botánico con Mas Vida o sales de flores, para mencionar algunos) mientras reúne las piezas del puzzle para que su proyecto vital, el Centro de Interpretación de flores, en Mas Generós, vea la luz.

Iolanda
Bustos, cogiendo de la granja de flores y botánicos de Mas Generós / Foto: Jordi Domènech

"Este proyecto no podría ser una realidad sin Eugènia Huguet, la propietaria y alma de Mas Generós", explica Iolanda. Este hotel boutique cuenta con una generosa extensión de terreno donde Eugènia y Iolanda han ido creando, con determinación, los espacios necesarios para que pronto este Centro sea una granja de cultivo de flora con hasta medicinales, alimentarios y decorativos, a la vez que venderá productos agroalimentarios vinculados con la botánica y generará talleres y experiencias con el fin de difundir el conocimiento actual y futuro.

Son precisamente estas experiencias las que llevan ajetreada a Iolanda: desde crear ratafía a promover paseos por el vasto jardín, explicando (y probando) cada flor y planta, cortando para cocinar después y disfrutar en la mesa. Acompañarla es todo un gozo, cada conocimiento que comparte con entusiasmo genera emoción y sorpresa: pone un par de hojas de estevia en la salsa de tomate al freírlo, "endulza y a la vez saca el ácido", asevera Iolanda. Y así con la rosa, el onagro, la hierba luisa, el hinojo salvaje, las flores eléctricas, las de la zanahoria o las del puerro (que tienen sabor de puerro, y si se ponen unas pocas en una tortilla, parecerá que en vez de flores, habrá puerro).

El tártaro de atún con ajoblanco de Mas Generoso / Foto: Jordi Domènech
El tártaro de atún con ajoblanco de Mas Generós / Foto: Jordi Domènech

Cocinar con flores y botánicos es un hábito porque, principalmente, requiere tiempo: tiempo para cultivar y tiempo para recolectar, ya que es importante cocinar con flores y hierbas recién cortadas. "El tiempo es el factor más importante", continúa Iolanda, "y quizás la razón por la que se haya ido abandonando el uso y el conocimiento". El hábito lo tiene, desde que tiene uso de razón: su madre, cocinera, regentó hasta antes de la pandemia el restaurante El Racó de l'Era en Palau-Sator y a ella le debe las bases de conocimiento que la espolearon para seguir experimentando y aprendiz. Su padre, pastor, cuando de pequeña salía a pacer con él, la reñía a menudo porque se la encontraba corroyendo toda flor y planta que le llamaba la atención.

El gazpacho de sandía con verdolaga de Mas Generoso / Foto: Jordi Domènech
El gazpacho de sandía con verdolaga de Mas Generós / Foto: Jordi Domènech

Ahora, en Mas Generós, se puede disfrutar de la experiencia y la trayectoria vital y profesional de esta excepcional cocinera en formato experiencial, con talleres o a través de las cenas privadas que organiza. Y cuando ella no está, el equipo de cocina y sala, altamente motivado, explica al comensal curioso todo aquello que quiere saber de las maravillas que probará: hojas y pétalos (recién recogidos) en tempura de arroz; gazpacho de tomate y sandía, con verdolaga (con una cantidad de omega-3 equivalente a la del pescado azul) y un helado de albahaca; carpaccio de gamba con empedrado y micro brotes de mostaza y flor de onagro; caballa envinagrada con frutos de la huerta; tartar de atún con ajoblanco, uva y hojas de hinojo salvaje o un fantástico rape, hecho con sal gruesa y al vapor, envuelto en hojas de higuera, acompañado de judía tierna, anacardos y marinado de verdura.

El rape cocinado con hojas de higuera, judía tierna y anacardos de Mas Generoso / Foto: Jordi Domènech
El rape cocinado con hojas de higuera, judía tierna y anacardos de Mas Generós / Foto: Jordi Domènech

Conocimiento que se come, conocimiento aprendido de forma lúdica y comprensible. Mas Generós no es solo un lugar excepcional donde descansar, recargar energía y dejarse llevarse, es también un espacio consciente, holístico y en comunión con el entorno que se refleja en los platos que se sirven. Quien no se aloje en el hotel, podrá venir a degustar la gastronomía diseñada por Iolanda para cenar, con un precio de ticket medio aproximado de 50 €. La carta cambia a menudo, adaptándose al ritmo del huerto y de la granja, pero lo que no cambia es la sensación de descubrimiento y satisfacción, en cuánto uno se levanta de esta mesa. Siempre queda la opción de volver y con la excusa, aprovechar para hacer más experiencia con Iolanda (precio medio de 85 € por persona).