Ibiza está en el imaginario de muchos visitantes por varios motivos, todos ellos experienciales. Para unos, permanece la esencia hippie y beatnik de los primeros llegados a la isla en los años 60, enfocándose en la imagen de paraíso mediterráneo donde reencontrarse en uno mismo; para otros, Ibiza es destino de ocio, en sus diversas vertientes, desde el lujo más despampanante al desenfreno más nocturno y pasado de rosca. Una magia que, en poco más de 570 km², destila un territorio que ya los griegos apreciaron, bautizando las Islas Baleares como a Pitiusas (en griego, denominación de lugar con abundancia de pinos). Siglos de ocupaciones alternantes previos a la llegada del turismo de varias nacionalidades que, en algún momento, cayeron rendidos por los encantos de Ibiza y se establecieron.

Sin querer bucear extensamente en los estereotipos, Ibiza siempre sorprende, sea cual sea la razón por la cual uno se dirige. Vamos ahora a desgranar otro de los encantos de la isla, que tanto enamora a los visitantes, sea como sea su bolsillo: la gastronomía. Si bien es cierto que las buenas experiencias gastronómicas aquí no son baratas, sí que existen lugares donde conjugar la gastronomía con la estancia y, porque no, el turismo cultural. En cuánto se llega al puerto, se avista un centro histórico blanco y orgulloso, enfilado en la parte más alta: está Dalt Vila. Allí se encuentra La Torre del Canónigo, un lugar|ideal para recalar tan pronto como se pisa la isla.

Habitación del hotel Torre del Canónigo / Foto: Cedida

La Torre del Canónigo es un hotel con mucha personalidad, conformado por tres edificios históricos: por una parte, la Casa Puget, una construcción del siglo XVI que era originalmente un Convento Jesuita y del cual incluso se conservan capilla y un jardín de olivos, un espacio que actualmente también disfruta de piscina y solárium. Por otro, la Torre, una torre de vigía construida sobre las antiguas murallas medievales en el siglo X y con vistas al puerto de Ibiza. Finalmente, el Corsario, que también fecha de la misma época que la torre del hotel, convirtiéndose en punto de encuentro de artistas y visitantes internacionales durante la época más bohemia de la isla.

De alguna manera, hospedándose en La Torre del Canónigo, uno se siente como uno deambulante entre siglos de historia y decenas de años de farándula, ya que entre sus paredes se han alojado desde Dalí a Pink Floyd, sin olvidar estrellas del Hollywood dorado como Grace Kelly o pop stars más próximas, como Madonna o Mariah Carey.

Las croquetas de gamba ibicenca del restaurante Corsario / Foto: Cedida

La gastronomía, en Torre del Canónigo, también tiene cabida en el restaurante Corsario. Ubicado en uno de los puntos más altos de Dalt Vila y la torre que le da nombre, tiene una terraza con unas vistas inigualables al puerto y al horizonte, con una brisa cálida que completa la experiencia de los platos que firma el joven chef Liván Valdés. De extraordinaria trayectoria, en Valdés ha recorrido un viaje personal y profesional muy basto, con solo 25 años: del Kentucky Fried Chicken a trabajar en los fogones madrileños de DiverXO, El Corral de la Morería y SoyKitchen, a estrellados internacionales como los británicos Craig van der Meer o Tom Kerridge.

El joven chef Liván Valdés, con solo 25 años, ha pasado del KFC a los fogones del estrellado DiverXO

La carta es democrática y Valdés tiene muy claro el enfoque: una propuesta gastronómica con foco en el producto local de temporada de pequeños productores. "Revisamos recetas tradicionales ibicencas", explica el cocinero, usando técnicas actuales de máximo aprovechamiento, como los fermentados o la maduración de carnes y pescados. Se traduce en platos llenos de ingenio como las croquetas de gamba ibicenca (espectacular presentación para acompañar un sabor espectacular), los picatostes de cerdo negrito (adictivos), la sobrasada a la brasa (de cerdo negro también), la cabra a la Royal o el calamar de Formentera con consomé de cerdo. Materia prima de gran calidad que pasa por la brasa y con una intervención mínima que resulta muy interesante.

Las vistas únicas desde la terraza del restaurante Corsario / Foto: Cedida

No podemos dejar pasar la oportunidad de pasear por las mismas calles por los que han transitado los bohemios de procedencia internacional, integrantes del Grupo Arte 59, los Rolling Stones, Bob Marley, Joni Mitchell y muchos otros ilustres anónimos que han dejado la huella en la villa. Tomar un helado en la mítica plaza del Sol, disfrutar de las vistas panorámicas desde la Catedral de Santa Maria, visitar el Museo Puget o el MACE (Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza)... hay mucho para disfrutar y comerse en Dalt Vila.