La avenida Diagonal es una frontera muy clara entre dos ciudades; la Barcelona del Eixample, llena de gente ajetreada que se mueve arriba y abajo, y la Barcelona de Sant Gervasi, con edificios señoriales y una calma y elegancia que se traslada a los negocios que se montan. Uno de estos establecimientos es el restaurante Ajoblanco, un local con clase donde se come de primera. Junto a la conocida discoteca Sutton Barcelona, Ajoblanco esconde una oferta que te encantará.
Un espacio acogedor
Subiendo por la calle Tuset, justo delante de la discoteca Sutton, encontramos el restaurante Ajoblanco. En la entrada hay una pequeña terraza bajo un porche con sitio para una mesa. Dentro, un pasillo con una gran barra a mano derecha y cuatro mesas a la izquierda conduce hasta el comedor principal. Con una decoración acogedora, con colores dorados, luz tenue y líneas elegantes, las mesas se distribuyen en diferentes espacios que crean atmósferas diversas. Una mesa grande al principio para grupos más numerosos, cuatro mesas pequeñas en el medio y compartimentos más íntimos al lado y al fondo hacen de antesala de una cocina cerrada, pero con un muro transparente que permite ver el interior.
Una de las particularidades de Ajoblanco es que solo abren para cenar. El ambiente que se respira invita a comer y quedarse a tomar una copa. O dos, y animarse a salir de fiesta en alguno de los locales de la zona. La luz durante la noche es cálida y tenue, pero a partir de las 23.00 h todavía la bajan más y el disc-jockey que hay delante de la barra sube el volumen de la música que está sonando.

La oferta gastronómica combina platos típicos del Mediterráneo con otras recetas del norte de Europa
Platos excelentes
Las raciones en Ajoblanco, tal como nos explican antes de empezar, no son muy abundantes. Los platos, de una carta extensa, están pensados para poner en el centro y compartir entre todos los comensales. La oferta gastronómica combina platos típicos del Mediterráneo con otras recetas del norte de Europa. Unas influencias que responden al origen inglés de la propietaria del restaurante. Empezamos la comida con una croqueta de ají de gallina y unas anchoas limpiadas a mano. Dos entrantes aparentemente normales, si no fuera por la calidad de lo que probamos. La croqueta es deliciosa y la anchoa te inunda la boca de sabor. Una previa que nos hace avistar una cena de categoría.
Seguimos con uno de los platos más catalanes de la carta: el surtido de quesos de la tierra. Cuatro quesos de diferentes texturas e intensidades con un sabor realmente artesano. A continuación, las verduras a la brasa y la caballa ahumada. Las verduras están buenísimas, llenas de sabor y con una textura deliciosa. La caballa, que elaboran durante dos días para que el ahumado sea perfecto, es deliciosa. Se acompaña con verduras encurtidas y una salsa picante que, para mi gusto, lo es un poco demasiado, pero para los amantes del picante es una combinación genial.

Para acabar, pedimos unos postres prácticamente desaparecidos del mapa: el pijama
Los platos fuertes de la cena son el filete madurado con foie gras y el amor de madre, un steak pie de carne estofada con setas que se sirve con el tuétano en medio. El filete es perfecto; un corte de carne grueso cocido al punto y con una textura tierna y melosa. Por su parte, el steak pie es un plato contundente. A diferencia del resto, la ración de amor de madre es más bien grande. O al menos eso parece después de tanto comer. Es un plato con sabor inglés, como el tradicional pastel de carne que preparan en el norte de Europa. Una mezcla contundente, pero muy sabrosa, que vale la pena probar. Para acabar, pedimos unos postres prácticamente desaparecidos del mapa: el pijama. Aquí lo hacen a su manera, con un trozo de piña caramelizada, pera con canela y una guinda con nata deliciosa. Probamos también el Sgroppino, un sorbete de limón con albahaca que remojan con cava y que, igual que el pijama, te transporta de golpe a la infancia.

Ajoblanco es un restaurante que no deja a nadie indiferente. Se está a gusto, el personal es rápido, eficiente y amable y además la comida es excelente. Un sitio ideal tanto para ir a cenar temprano como para hacer la previa un día que quieras salir de fiesta. No es un sitio barato, pero por la calidad de la comida y por la gran oferta de comida y vino, el precio es justo. Por no hablar de la oferta de cócteles, muy variada y preparada por un equipo cualificado. Si buscas un restaurante en la parte alta, Ajoblanco es sin duda un muy buen sitio donde cenar.