El ritual que tienen muchas elaboraciones de la cocina japonesa es hipnótico. Verlo nos gusta y el hecho de que suceda tras una barra, a la vista del comensal, es como ir a ver un concierto, una obra de teatro o un ballet: cada gesto de las manos nos hace prestar atención, cada reflejo de aquellos afilados cuchillos jaspeados nos atrapa, la templanza del cocinero que no hace un paso en falso nos embelesa y nos causa profunda admiración. Y todo eso pasa en el nuevo restaurante japonés que abrirá las puertas el día 1 de julio, y que se llama Scapar.
En una de las calles tranquilas junto al Turó Park, el cocinero Kouichi Kuwabara, con una dilatada trayectoria que lo ha hecho trabajar en el Celler de Can Roca y en Dos Palillos de Albert Raurich, donde ha pasado los últimos 14 años, ha planteado el restaurante Scapar como una promesa de paraíso artificial: quiere ser una fiesta para nuestros sentidos a fin de que escapemos de la prisa y el estrés del día a día.
Aunque esta es la primera puesta en escena de Scapar de cara al público, diferentes platos son brillantes, impecables y memorables
Los convocados en esta primera jornada de pruebas antes de la apertura nos congregamos a lo largo de la barra para degustar más de una docena de pequeños platos, tal como manda el formato 'omakase' que plantean Kuwabara y su equipo, que servirán el mejor producto que sean capaces de conseguir aquel día, del lunes al jueves solo por la noche y viernes y sábado tanto al mediodía como por la noche, por un precio de 140 € (reservas solo por correo).
Aunque esta es la primera puesta en escena de Scapar de cara al público, diferentes platos son brillantes, impecables y memorables, como el dashi de tomate, el sembei de cabeza de gamba, el tofu de edamame con salsa de pimientos del Padrón, el sushi de cangrejo marinado en salsa de soja y güisqui, el sangatxo de atún al chocolate, que parecía un guiso delicadísimo de lengua, o los postres de flan de leche con vainilla, yuba y fresitas.
Otros platos son casi redondos, y seguro que se redondearán cantidades, maduraciones y oferta líquida con el rodaje que de aquí poco tendrá Scapar, cuando coja impulso a partir de julio. Eran buenísimos el mochi tostado con gamba y nori, el tataki de jurel con salsa hiyajiru (a base de miso, jengibre y shiso) y el donabegohan de maíz, unos prepostres de arroz con maíz marinado y palomitas.
La propuesta de Scapar encantará al apasionado por Japón, que ya ha visitado el país y sus mejores barras media docena de veces (y que incluso se ha tatuado allí) hasta el gastrónomo que busca plazas nuevas donde probar platos nuevos, texturas y sabores inusitados, hechos con calidad y maestría superiores.