Ver crecer un restaurante desde cero. Observar al ama del restaurante embarazada y, unos años más tarde, contemplar al hijo correr detrás de la barra, como si fuera un juego. De hecho, quizás esta es la clave: tomárselo a la ligera y dejarse llevar por el camino del triunfo. El restaurante La Poma Vermella es un establecimiento de la localidad de Martorell que he visitado desde que yo era un niño. Tenía siete años cuando entré por primera vez. Era el 2008. Ahora, tres lustros después, tengo el privilegio de hacer una reseña sobre el restaurante más significativo para mí.

La Manzana Roja: de 0 a 10, un proceso vital

Es sensacional tener un refugio gastronómico en el cual comas muy bien, a un precio realmente económico para todos los bolsillos, y donde el servicio sea excelente. Porque eso es La Poma Vermella: un restaurante chino normal, en una ciudad normal, en una calle normal. La fachada no es chillona, el nombre de los platos no son exuberantes, como tampoco lo son los precios o el talante del local. No es eso lo que buscan. Y rehuir esta táctica es, sin ningún tipo de duda, un éxito rotundo que les ha permitido crecer y mejorar el negocio ostensiblemente.

El exterior del restaurante La Poma Vermella / Foto: Cedida

Es sensacional tener un refugio gastronómico en el cual comas muy bien, a un precio realmente económico para todos los bolsillos, y donde el servicio sea excelente. Porque eso es La Poma Vermella: un restaurante chino normal, en una ciudad normal, en una calle normal.

¿Qué ha cambiado? Te diría que prácticamente nada. El espacio sigue siendo lo mismo: un restaurante de dos pisos con espacio para una cincuentena o sesentena de comensales. No es muy grande, lo cual, según mi opinión, es positivo porque la espera acostumbra a ser nula, los platos te los traen rápidamente y uno tras el otro sin tener que esperar aquel rato eterno entre el primero y el segundo.

De hecho, en La Poma Vermella el más habitual (y recomendable para mí) es evitar la opción de hacer uno primero y un segundo plato. Así como a veces ves clarísimo que se trata de un restaurante en el cual harás uno primero, un segundo y los postres, en este local del Baix Llobregat es mucho mejor (y, incluso, diría que evidente) que la mejor manera de disfrutar de una experiencia brutal es compartir los platos entre todos los comensales.

15 años después, ir a La Poma Vermella es volver a mi niñez, pero con la madurez gastronómica actual para celebrar los éxitos de esta familia que ha llevado el restaurante al Olimpo de Martorell con su dedicación, naturaleza y bondad

Todo puede cambiar, pero la esencia se tiene que mantener intacta

Volvemos a los cambios, sin embargo. Sí que han variado a lo largo de los años la decoración de las paredes, el mobiliario del restaurante, algunos platos de la carta y, también, la manera de seleccionar los platos: ahora con un lápiz y como si hicieras la lista de la compra. Pero el rescoldo de La Poma Vermella no ha cambiado nada. La esencia, tampoco. Es el restaurante que más he visitado a lo largo de mi corta vida. Comidas familiares, con la pareja, celebraciones con los amigos... Encaja con todo, y bien.