Quizás acabas en el lavabo abrazado a la taza del inodoro toda la noche. Eso que quede claro de entrada, para que después nadie me acuse de pirómano. A quien avisa no es traidor. Pero si visitas un auténtico mexicano es con lo que te encuentras. Hace pocos días fui a parar al restaurante Piñata Cantina, un establecimiento mexicano único en Barcelona que combina varios elementos con una versatilidad muy elegante y romántica su pequeño rincón en la esquina entre las calles de Sepúlveda y de Casanova.
Restaurante Piñata Cantina: la explosión mexicana
El local es muy pequeño, pero muy tierno y la decoración es sencillamente sensacional. Una veintena o treinta de estrellas convierten el pequeño restaurante en un lugar mágico, con calaveras típicas de México y una pirámide gigante de botellas de alcohol detrás de la barra que complementan el diseño del espacio. Un restaurante nacido en septiembre de 2019 y, como el resto, ha tenido que superar la pandemia nada más arrancar, pero que ahora, por suerte de todos nosotros, ha cogido impulso gracias a la luz de las estrellas.
Un pequeño concierto. Y es que los 20 o 25 comensales que formarían el aforo del espacio interior pueden disfrutar de música en directo a las noches al ritmo de bachata, pop o jazz, en función de lo que sea aquella noche. El ambiente es relajado, no hay carrerillas, ni gritos. Solo los versos musicales de fondo y la conversación agradable con la compañía de amigos o pareja, que es el tipo de clientela más ideal para degustar la gastronomía de Piñata Cantina.
El espíritu mexicano se deja entrever enseguida. El picante es un adjetivo que no desaparece en toda la cena. Unos tacos y un guacamole me dieron la bienvenida y la primera gota de sudor (y de espanto, por qué no decirlo) chorreó por mi frente. A partir de aquí ya es montaña abajo y dejarse ir con un vaso de agua a la mano. ¡Hablando del beber, me lo olvidaba! Los cócteles son clásicos catalanes y mexicanos que permiten hacer feliz a todo el mundo y, si lo deseas, experimentar nuevos sabores. Paloma, uno de los más vendidos a México, y La Flaca, barnizado con este de vaso de calavera, fueron las opciones escogidas. La intensidad y la dulzura serían los adjetivos para ambos cócteles, deliciosos y geniales para acompañar la retahíla de platos a mesa.
Bien, volvemos a los platos. Un ceviche de pulpo bañado con salsa de coco y un aguachile verde al estilo Sinaloa fueron los primeros platos que me hicieron aterrizar de culo, y de repente, en México. Sobre todo, el segundo plato, caracterizado por uno picante de nivel notable. Otros platos fueron un tamal de pollo, un bocadillo de pan de telera llamado Torta Arrachera, o un tártaro de atún rojo. Todos y cada uno de ellos eran excelentes. Muy y muy buenos, con diferentes tonalidades de picante. Está claro, pues, que si eres un amante del picante o de México este es el restaurante ideal para ti. Además, con unos precios muy razonables y la música en directo que siempre hace rescoldo.