Pollo frito, por el mundo, hay de muchos tipos: tenemos la versión española, al ajillo, la estadounidense, en las Buffalo wings o en la manera de empanar del sur, el chicharrón de pollo cubano, el karaage japonés, a la cantonesa, bien crujiente. Y seguro que todavía se me escapan muchas más aparte de la coreana, el yangnyeom, que se puede probar en el restaurante Masil y que te hará volver una vez y otra en este rincón de la calle Marquès del Campo Sagrado que antes ocupaba Ca La Jadi, donde se servían los mejores cuscús y pasteles de toda Barcelona.
Restaurante Masil: probar repetitivamente recetas inéditas en Barcelona
'Yangnyeom' no es el equivalente del 'ñami-ñami' coreano, sino que quiere decir 'adobado' o 'condimentado'. El pollo, deshuesado y rebozado, queda bañado por una salsa dulce y picando, bastante pegajosa, pero adictiva, a base de gochujang, el condimento coreano por excelencia que lleva chile rojo en polvo, harina de arroz glutinoso, el meju, una especie de miso coreano en polvo y sal, entre otros. Además, esta salsa lleva un poco de azúcar y ajo, aparte de aquello que considere el cocinero para darle un toque único.

Masil, que en coreano quiere expresar aquella sensación de calor que tenemos al pasar el rato con amigos o vecinos, quiere ser el sitio que escojas a fin de que todo eso ocurra. Tú pones la compañía y ellos una atmósfera tranquila, de luces tenues, con muchos tarros de cristal donde se ve, a contraluz, la vida conservada de todo tipo de vegetales.

Y también hay vida dentro de las botellas de vino natural que conforman parte de la carta y que conviven con una gran variedad de licores coreanos, desde soju en makgeoli, pasando por cerveza coreana.

De hecho, la carta se compone de recetas que estarían en Corea, aquello que son las tapas de aquí: bocados pensados para acompañar la bebida. De esta manera, en la carta hay varios tipos de verduras fermentadas, como el kimchi y de otros banchan, el mencionado pollo frito (también en versión vegana), platos más contundentes como el hemuljeun, similar a un okonomiyaki, el galbi, una chuleta de Angus cocinada a la parrilla o el Bossam. Este último, de un tiernísimo tocino al vapor que uno mismo dispone sobre una hoja de lechuga y corona con varios condimentos, sea kimchi, unos trozos de piparras condimentados a la coreana o una pasta de soja fermentada.

La sopa de pasta de pescado, llamada Oumuk Tang, sorprende con un caldo a gusto suave y una pasta hecha, en efecto, de pescado trabajado hasta conseguir una textura elástica agradable. Es un ejemplo más que Masil no es cualquier restaurante coreano y que aquí se encuentran platos que huyen de la selección más común que se encuentra en otros restaurantes de Barcelona.