En Catalunya atesoramos 53 de los 250 restaurantes distinguidos por la guía Michelin en España. 53 estrellas de una constelación repartida por toda nuestra geografía, fiel al espíritu que iluminó el nacimiento de la guía, ya hace más de un siglo: que la gastronomía sea el motivo del viaje. De esta manera, teniendo como destino alguno de estos restaurantes, es posible descubrir el paisaje y su entorno, al mismo tiempo, en los platos de estos restaurantes fuera de grandes núcleos urbanos. Son restaurantes de gastronomía rural con respecto a esencia; técnicos y cautivadores de espíritu. Uno de ellos es, sin ningún tipo de duda, la Aliança, en Anglès, en la provincia de Girona.

Cebolla de Figueres, un plato emblema de la Aliança / Foto: Jordi Domènech

Allí encontraremos una pareja, Àlex Carrera y Cristina Feliu. Siguiendo el corte clásico actual, nos encontramos al Àlex en la cocina y a Cristina dirigiendo la sala. Son los exponentes de una historia que se remonta a 1953, cuando los abuelos de Cristina, Adela y Lluís, se ponen al frente del café del Sindicato Alianza Agrícola de Anglès, convirtiéndolo en el epicentro social del pueblo, aliñado por el buen beber, los calamares a la romana de Adela, bocadillos buenísimos y un ambiente donde todo el mundo se sentía como en casa. A partir de los años 90, sus dos hijos, en Josep Mª y Lluís, toman el relevo, imprimiendo su propio carácter: la cocina se fue sofisticando mientras el ocio se personificaba en las noches en tres acuerdos: Fa, Do y Sol (en clave de Do mayor), auténtico rock and roll en directo. Llega a ser tal la fama de Lluís Feliu en la cocina que los hermanos deciden abrir un restaurante en una sala anexa, a fin de que el camino gastronómico empezado por Lluís pudiera proliferar: nace el restaurante la Aliança y se despliega con el nuevo milenio. En el 2008 llega una estrella Michelin, pero la alegría del reconocimiento se apaga en cinco años, con la defunción de Lluís. Las hijas de Lluís, Cristina y la Marina, se unen a su tío Josep Mª para reabrir el proyecto como homenaje a toda la estirpe, uniendo el espíritu de café social de los abuelos con la pericia y sensibilidad de Lluís.

La Alianza actual es un restaurante especial, una chispa de gastronomía honesta y auténtica

La sala de la Aliança, personalidad y memoria / Foto: Jordi Domènech

En el 2019, este camino se define cuando se incorpora Àlex Carrera a la cocina. Pareja de Cristina, ambos se habían conocido en el Celler de Can Roca, donde él hacía años que estaba en los fogones y ella había acudido a ampliar su formación en sala y como sumiller. La Aliança actual es un restaurante especial, una chispa de gastronomía honesta y auténtica, luciendo como una luciérnaga en la oscuridad. A Anglès vas para sentarte en su mesa. Todo el estallido de ocio, vida social y auge económico que trajo la industria del textil y de la madera entre finales del s.XIX y XX, conjuntamente con la minera, ha prácticamente desaparecido. Ahora bien, Carrera y Feliu enarbolan la bandera de la resistencia con dedicación y pasión, buscando atraer a la clientela gastrónoma. Acaban de ampliar la cocina, consiguiendo así ampliar el espacio de las partidas, abriéndose a seguir innovando de la misma manera que la luz entra desde un amplio ventanal.

La estima del comensal se lucha y gana a cada servicio

Lubina y acelgas, de la Aliança / Foto: Jordi Domènech

La cocina de la Aliança es extremadamente elegante y sensible, jugando con el punto justo de la técnica, pero sin olvidar los sabores reconocibles y de confort. Es a través de los sabores de la tradición que Àlex y su equipo cautivan a los comensales, tan pronto como llegan los snacks: La Hora del Vermú consta de 10 elaboraciones servidas en dos pases en qué homenajean este momento de consumo tan nuestro y que fue estrella en la época de los abuelos Feliu, con su interpretación de las olivas y el vermut blanco, los pastelitos de mejillones en escabeche, la falsa espina de anchoa, la cresta de pollo asado o los buñuelos de atún de lata. Una entrada espectacular a un menú que desplegará territorio en los ingredientes, tradición y recetario, y creatividad absoluta en su ejecución. Nunca una cebolla de Figueres se ha mostrado como un manjar excelso, un plato elaborado con cebollas jóvenes, queso Miner de Espinelves y caldo de cebolla quemada. Tampoco un empedrado de sepia se había revelado tan espléndido: caldo frío de tomate y pimiento, judías de Santa Pau cocidas y en puré, velo y tártar de sepia con tomate semiseco y oliva. La colita de cerdo y alpargata, con salsa de capipota, judía verde y aceite de marisco, es un mar y montaña extraordinario y la lubina con acelgas, donde estas se muestran como suflé, pesto y crema, recuerdan al inteligente ejercicio que los hermanos Troisgros realizaron hace más de 50 años en Francia y espolearon a Nouvelle Cuisine.

Colita de cerdo y alpargata, el espectacular mar y montaña de la Aliança / Foto: Jordi Domènech

No tienen carta, han decidido articular su discurso a través de dos menús degustación: el corto, Descubrimiento, cuenta con 9 pases y cuesta 110 € (55 € de maridaje) y el largo, Emoción, ofrece 13 pases por 150 € (70 € de maridaje). Emoción y sensación de descubrimiento es lo que se disfruta en la Aliança: en cada morisco, esta pasión queda patente en los detalles, desde cocina y sala, y después, la sensación de haber hecho con un hallazgo que hará falta repetir y hacer público. La Michelin devolvió la estrella a La Alianza en el 2020, y un año después, llegó el Sol Repsol. Un camino dulce que, sin embargo, la pareja se trabaja diariamente, consciente que la estima del comensal se lucha y gana a cada servicio. ¡Por favor, que llegue pronto un hotel por hospedar a todos los que disfrutamos viajando para comer!