El verano acaba el 22 de septiembre y todavía tenemos tiempo de ir a la playa. A pesar de los chaparrones de la última semana, las temperaturas en este punto del Mediterráneo suelen ser agradables hasta bien entrado octubre. Y, incluso, más allá. Porque si dicen que una flor no hace verano, un buen arroz tiene la potencia suficiente para convertir los más tenues rayos de sol invernales en pura calidez que nos recuerda los meses estivales pasados y nos hace anhelar los que vendrán.
Podría decirse que son arroces paseados, no como aquellos de nuestro sur, sino de los que han viajado por el globo
Arroz al revés es zorra, como la arena ('sorra' en catalán) fina de la playa de Sitges, junto al restaurante Zorra donde se cocinan unos arroces contundentes. El restaurante fue montado por el cocinero mediático Pablo Albuerne, que utiliza el apodo de Gipsy Chef, y ahora hace un año que lo ha vendido. Sin embargo, los dueños actuales no han tocado ni una coma y las recetas siguen respirando uno buen saber hacer tradicional combinado con los aires frescos de otras culturas gastronómicas. Podría decirse que son arroces paseados, no como aquellos de nuestro sur, sino de los que han viajado por el globo.
Para los que planifiquen con tiempo, avisando con 48 horas de antelación y por un suplemento de 7 euros, el meloso de cabra y botarg
Al mediodía, en Zorra encontramos un menú fijo de 36 € a escoger entre entrante, primero y segundo, que es, obviamente, arroz (para dos personas). Por ejemplo: ensalada rusa de trucha fumada o ensalada, hummus o mejillones thai, arroz de calamar, concha variada y salmorejo, o de lubina con tocino ibérico, o negro con mejillones y huevo calentado, o de sepia, butifarra negra, manzana y burrata, o paella valenciana o arroz aparte. O vegano. Y para los que planifiquen con tiempo, avisando con 48 horas de antelación y por un suplemento de 7 euros, el meloso de cabra y botarga. Por las noches, carta corta y directa, con un par de arroces para los que quieran y, si no, de otros platillos para rematar la jornada.
Los postres, como los vinos y otras bebidas que no sean agua, van aparte, a escoger entre helados, tarta de queso, el bien devuelto babá al ron con chantilly y un siempre seductor hojaldre de crema. Ahora bien: las cantidades abundantes del menú hacen que sea complicado llegar con hambre hasta aquí, y a pesar de la terraza cubierta y agradable, rociada cada pocos minutos con una bruma de agua y el servicio atento y eficiente, apetece dar un paseo hasta el centro de Sitges para hacer bajar la comida.