La ciudad de Barcelona tiene algunas contradicciones y esta es una: a pesar de ser una ciudad bañada por el Mediterráneo, cuesta encontrar buenas paellas marineras. Parece que la ciudad, que antes vivía de espalda al mar, sigue viviendo de espalda a los arroces. Es complicado de encontrar un lugar que sea bueno y económico, y que tenga el punto tradicional e informal que apetece para sentarse a la mesa distendidamente. Por suerte, todavía quedan, de establecimientos así, y el restaurante Can Ros es uno.
Muchas visitas de aquí y de allí, cuando llegan a Barcelona, suelen emitir una petición: quiero ir a comer un buen arroz. Si bien es cierto que los arroces a la cazuela son más propios de la tradición catalana, la forma de hacer a la valenciana, es decir, la paella, se acabó instaurando por todo el país. Y en este rincón de la Barceloneta, en la calle dedicada a la activista vecinal Emília Llorca Martín, traspasada en el 2009, se encuentra uno de bien bueno, con una marca espesa y oscura, con una buena cantidad de mejillones y de camarón pequeño, pero sabroso. Ellos mismos lo dicen: "Somos una patria de arroces".
Además, para hacer abrir el hambre, la ensaladilla rusa con langostino es, quizás, de las mejores de la ciudad, así como el carpaccio de la misma bestia, con esta técnica que potencia el sabor dulce y yodado. Dicen que se proveen de la Lonja de la Barceloneta, y a la carta de entrantes hay bastante plato marino, como los calamares a la andaluza, la papelina de fritura de pescadito y gamba, los mejillones con romesco o la coca de pulpo. Aparte, los clásicos de bar: variado de olivas, gildas, anchoas y boquerones. Y si nos ponemos finos, jamón cortado a mano y ostras del Delta en el natural.
Aparte de la paella, también anuncian un arroz con capipota y langostinos; uno de calamar, tocino y navajas; otro de pollo de corral, rebozuelos y despatarró; el negro, con sepia, judía tierna y berberechos; e incluso un fideuá, con trompetas de la muerte y cigalas.
En este rincón de la Barceloneta, en la calle dedicada a la activista vecinal Emília Llorca Martín, se encuentra uno de bien bueno, con una marca espesa y oscura, con una buena cantidad de mejillones y de camarón pequeño, pero sabroso. Ellos mismos lo dicen: "Somos una patria de arroces".
Por si todavía queda hambre, en la carta hay varias opciones complementarias, como un mar y montaña de pollo con langostinos, un salteado de calamar y setas con velo de tocino ibérico o un canelón de brandada de bacalao.