Cuando visitamos una ciudad, uno de los planes imprescindibles es visitar el casco antiguo. En Barcelona, el Barrio Gótico es el lugar ideal para pasear y perderse entre monumentos y edificios históricos. Un escenario atractivo, especialmente para los turistas, que ya hace tiempo que está saturado. Pero a pesar de la masificación turística, en el centro de Barcelona todavía quedan sitios donde se come bien. Es el caso del restaurante Viana, un pequeño local con una cocina bien curiosa donde disfrutar de una buena comida junto a la plaza Real.

Un restaurante escondido

Para llegar al Viana, lo más fácil es coger el metro hasta Liceu y pasear, entre restaurante de paella infecta, hasta la plaza Real. Desde allí, enfilamos la calle del Vidre y en pocos minutos llegamos al primer local. Viana es un restaurante peculiar, con dos locales pequeños situados a pocos metros: uno en la calle del Vidre y otro en la de los Escudellers. Tener un local en una zona tan repleta como el Gótico no es fácil, pero tener dos es insólito. Nos dirigimos al segundo, al de Escudellers, el más nuevo y grande de los dos.

Croquetas de pulpo y calamar / Foto: Emma Porta

En Viana tienen un poco de todo, y todo es bueno. Es un sitio ideal para pedir unos cuantos platos para compartir, tanto si vas en pareja como si sois un grupo de amigos

Es jueves por la noche y en todas partes hay ambiente. El local es oscuro y con una entrada estrecha; a un lado hay una barra y al otro la cocina abierta en plena producción. Una vez dentro, las mesas llenas hacen hervir el ambiente. Casi todo son turistas, la mayoría asiáticos, y los camareros te preguntan si te atienden en castellano o en inglés antes de tomarte nota. Por la ubicación del restaurante y el idioma de las conversaciones de al lado —inglés y japonés—, auguramos una comida turística. Pero la buena pinta de los platos y la celeridad de los camareros enseguida nos hacen cambiar de opinión.

Cocina diversa

Se hace difícil encasillar la cocina del Viana en una sola categoría. No es un restaurante de tapas, pero tienen jamón, pan con tomate y croquetas; tampoco es un sitio de menú, aunque tienen una opción degustación; y tampoco es un restaurante de arroces y carne, aunque puedes pedirlos. En Viana tienen un poco de todo, y todo es bueno. Es un sitio ideal para pedir unos cuantos platos por compartir, tanto si vas en pareja como si sois un grupo de amigos.

Meloso de ternera / Foto: Emma Porta

La comida empieza con un entrante de cortesía, un rollo de mango sabroso para abrir boca. Seguimos con un carpaccio de presa ibérica y unas croquetas de pulpo y calamares, una opción muy buena y con un intenso y curioso color negro en el interior. Como platos fuertes probamos el bacalao con salsa de naranja y el meloso de ternera con boniato. Dos platos contundentes muy correctos que están cocidos al punto perfecto. Acabamos con una torrija con helado de vainilla. Los postres son buenos, pero es la opción con menos variedad para elegir. Lo marinamos todo con un par de copas de vino de una extensa carta con diferentes referencias catalanas e internacionales. Una buena cena en un sitio al cual seguramente no habríamos ido a parar nunca si no lo hubiéramos conocido antes.