Pasear por el Japón, y concretamente por una de sus grandes capitales, Osaka, puede llegar a ser agotador. Siempre hay callejones que parece que no has pasado nunca y, si no estás atento, puedes acabar en un laberinto. Pero tiene cosas buenas, también. Acabar, sin quererlo, en Higashi Shinsaibashi Minami, un restaurante casi escondido, que ni con Google Maps puedes encontrar (están mal ubicados, pero no les importa mucho), donde en su interior parece que el tiempo se detenga. El chef, Akio Minami, y su pinche trabajan de cara a los comensales, como una barra de sushi, de las que se están poniendo de moda también en nuestra casa, al estilo omakase, pero sirven de todo.

Una carta cuidada, que lleva a la excelencia la gastronomía japonesa. El precio sube un poco más que en los restaurantes de calle y de día a día, evidentemente, pero encontrar la paz entre tanto ruido, movimiento, lucecitas y turistas, es una buena inversión. En Japón, salvo que te instales allí, estás pocos días, y más si estás de ruta, pero en este restaurante casi secreto, donde probamos suerte, repetimos dos noches seguidas. El primer día quedaron cosas por probar y había que hacer una segunda visita, idea para despedirse de Osaka antes del pesado vuelo para volver a Barcelona (haciendo escala en China).

La carne y la anguila a la brasa, los top

En la barra caben unas quince personas, pero no es complicado encontrar lugar a la hora de la cena más occidental. Pero si lo localizas antes de la cena, y sabiendo que vale la pena, y que quizás también repetirás, no cuesta nada pedir que te guarden un par de lugares, lo hacen sin problema. En la bien escogida selección de sakes, la carta de este restaurante permite degustar varias de las apuestas de la gastronomía japonesa, que Akio Minami lleva a la excelencia con presentaciones austeras, pero que permiten que los recuerdos que te llevas sean el mejor souvenir que uno puede llevarse de Japón.

Tempura de verduras y de gambas, en la barra del Minami, en Osaka / GRS

La primera visita fue la del descubrimiento. Tempura de verduras, niguiris de atún, tortilla japonesa, un queso aderezado por ellos y un tofu -que parecía foie-gras-, recomendado por el segundo a bordo. Si allí arrancaba así, había que explorar más la carta. Al día siguiente, sabiendo que la carta aún tenía algún tesoro escondido, repetimos. Hay miles de restaurantes en Osaka pero quizás ninguno como aquel. La anguila y la carne, el día anterior habían quedado en el tintero, expectantes por si valían la pena, y a la segunda fue a la venta. Anguila a la brasa como mantequilla con vinagres y una salsa que la acompañaba perfecta.

El chef Minami en la barra del restaurante escondido, en Osaka / Cedida

La carne, un corte noble de ternera, sin marketing para engañar turistas con orígenes de nada, hecha en una pequeña brasa, que se deshace en la boca, con una salsa que aún hace subir más el sabor de una carne melosa. Y repetimos la tempura, hoy de gambas y verduras, y los niguiris de atún rojo. La ternera y la anguila hicieron escalar el ticket, pero la inversión vale la pena. Aun así, son precios, sea por la devaluación de los yenes y el cambio al euro, o también por la apuesta del chef, que no escapan y que se pueden asumir. Precio-calidad, cualquier plato en un punto hiperturístico, merece la pena sentarse y disfrutar de Akio Minami (cuando no cocina se dedica a hacer maratones por todo el mundo, por cierto) y su pinche.

El restaurante escondido en Higashishinsaibashi

El restaurante del chef Minami se puede encontrar en una de las calles del barrio de Higashishinsaibashi, en pleno centro de Osaka, en una de las zonas con más restaurantes y donde locales y turistas pasean como locos de un lado a otro. Nada hace pensar que en esa pequeña puerta se esconde un restaurante como este. Ni los tradicionales platos de comida de plástico llaman la atención afuera y nadie te estira para entrar. O tropiezas con él por buena suerte o alguien te lo recomienda, con el ir y venir por esas calles es imposible fijarse en el establecimiento de Akio Minami.

Un dels plats més preuats de la carta d'aquest restaurants d'Osaka / GRS

Al día siguiente casi tuvimos que sacar la brújula para saber cómo volver. En Google Maps es complicado encontrarlo, quizás por eso cuando entras, te alejas del bullicio y te transporta a un local moderno, pero tradicional donde, los dos días que nos dejamos caer, no había ni un turista. El chef te apunta el precio de la cena en un papel (que siempre redondean los precios; 7.000 y 10.000 yenes, el primer y el segundo día) y te acompaña hasta el exterior, donde te saluda, gentil y agradecido. Una tercera visita, una tercera cena en el restaurante de Akio Minami, también habría estado bien, pero había que volver a casa.