Poner un pie e impregnarte de la personalidad y la historia de Barcelona. Harto de pisar locales impersonales, aburridos y monótonos, sin duda la taberna Casa Alfonso rompe con esta abusiva repetición de los restaurantes de la capital catalana. Animado por la celebración de los 90 años de esta casa de comidas, decido visitarla para probar no solo los platillos que ofrecen, sino descubrir la esencia de uno de los establecimientos más míticos de la ciudad condal.
Casa Alfonso: una taberna auténtica de Barcelona
Una alfombra roja con las letras blancas 'Casa Alfonso' da la bienvenida en el interior de este establecimiento cargado de significado. A mano izquierda una pequeña charcutería para comprar embutidos y carnes que degustas en los platos y encima de la puerta de entrada casi una decena de relojes con las agujas clavadas en diferentes minutajes. Porque sí, Casa Alfonso es inmortal y el tiempo y la experiencia de una comida entre estas cuatro paredes es eterno.
Desde 1934, son cuatro las generaciones familiares que se han encargado y se encargan de llevar a buen puerto el legado de esta taberna. También son cuatro las generaciones de barceloneses que se han educado gastronómicamente en la ciudad. Y solo nos queda dar las gracias. "Mi sueño es poder celebrar con orgullo los 100 años", me explica Alfonso García. Él, de hecho, es el III Alfonso García, recogiendo el relevo de su abuelo y de su padre, también los dos Alfonso García. Ahora bien, la cuarta generación, y el futuro de Casa Alfonso, está en buenas manos con el conocimiento y el empuje de su hija Clàudia que dirige y gestiona el día a día para que todo salga bien con mano de hierro, valiente y decidida.
El interior de Casa Alfonso es mucho más que gastronomía. Son recuerdos familiares del clan García, son cuadros y objetos preciados que llegan al corazón, son pequeños detalles familiares que transmiten una unión entre generaciones preciosa y son pinceladas de Barcelona y Catalunya que Casa Alfonso ha podido contemplar. "Casa Alfonso abría las puertas durante la Guerra Civil para estar al pie del cañón durante la guerra y al servicio del pueblo, de la gente del barrio. Solo la pandemia y algunos meses de obras han forzado el cierre temporal de la taberna a lo largo de estos 90 años", me confiesa Alfonso.
Y las obras, por cierto, mínimas y de puntillas, por lo que respecta al material inmortal que adorna el espacio: la barra, los muebles que separan los dos comedores, la sala secreta y la madera presente, el suelo tan mítico, etc. Un espacio que huele a buena gastronomía y huele a tradición y carácter, gracias a los conocimientos y habilidades brutales del cocinero Marc Comerma. Rodeado de público local y turista a partes iguales, a causa de su inmejorable ubicación (c/ de Roger de Llúria, 6) es un destino obligado y cotidiano para los amantes de la buena comida de toda la vida.
Un refugio de la tradición
Pan con tomate y el mejor jamón de bellota ibérico, croquetas, tortilla de patatas, embutidos, ensaladilla rusa, guisos, arroces, huevos trufados, flores de alcachofas, steak tartar, pannacotta y muchísimas cosas más que conforman un abanico delicioso en Casa Alfonso. Delicias de toda la vida, que satisfacen todos los paladares y todos los gustos con un ticket medio de unos 25 o 30 euros.
Evolucionando de tienda de comestibles de ibéricos a restaurante emblemático de Barcelona. El local abrió las puertas como un almacén de adobos, conocido en la ciudad como un local emblemático donde adquirir los mejores productos ibéricos y mariscos, incluso pudiendo degustar en el mismo local los productos. Llegados los años 70, se incorporó por primera vez en la capital catalana el hoy típico bocadillo en pan de barra, muy parecido a la baguette francesa. La idea surgió de uno de los clientes, que siempre han sido referencia para evolucionar de acuerdo con las sugerencias que se iban aportando en un local entonces capitaneado por los abuelos Alfonso y Ramona, que seguían trabajando de lo lindo para mantener el estilo, la calidad del local y la atención al cliente.
A los años 80 y con la llegada a la dirección del actual Alfonso, el local se adaptó como taberna histórica y Colmado Gourmet, donde es posible disfrutar de su gastronomía, a la vez que se puede adquirir todos sus productos ibéricos. "He ido incorporando y matizando nuevos platos a la carta escuchando siempre a los comensales que son los que tienen la batuta", concluye Alfonso, que añade "pero manteniendo la esencia infranqueable de 1934". Después de 90 años de existencia, Casa Alfonso tiene previsto llevar a término durante este otoño diferentes actos conmemorativos para clientes y amigos en los que se unirán "tradición, historia y producto", actos con los que reivindicar y rememorar los rasgos que han definido a la taberna barcelonesa durante toda la historia.