La taberna Maitea, en pie desde 1998, ya es toda una institución de la cocina vasca en Barcelona. Fueron los padres de Nico Montaner, una librera y un especialista en marketing editorial, junto con una pareja de amigos, los que alzaron la persiana e insuflaron vida a la larga barra que encabeza el espacio y que siempre ha sido bien rellena de pinchos: de bacalao con muselina de ajos, de mejilla de cerdo a la brasa, de butifarra de Perol, de tortilla de patatas. Y del más emblemático de todas las cosas que se pinchan y se comen: ¡gildas!
Taberna Maitea: más allá de los pinchos
Pero Maitea no son tan solo pinchos, aunque hay que reivindicar la practicidad y el ingenio de esta pieza, que quita el hambre de manera rápida y eficaz a cualquier hora del día en los extensos horarios de la taberna (de 13 h a 16:45 h y de 20 h a 23:45 h), cosa que saben muy bien los doctores del Hospital Clínic, justo al lado, que entran y salen constantemente. Rompiendo a la derecha y dejando atrás la barra se abre la amplia sala donde sentarse a la mesa a gusto para comer los platos icónicos de la gastronomía vasca, como ahora la tortilla de bacalao (seguramente, la mejor de la ciudad), la chistorra de Arbizu con huevos y patatas, las pochas a la vasca y las judías de Tolosa o los pimientos de Piquillo, aromáticos, dulces y viciosos. Además, brasa: conejo, lonzas, sardinas. Y todavía: guisos como la mejilla de ternera, la oreja (servida con huevos fritos).
"Me gustaría que Maitea fuera una taberna despreocupada donde venir a comer y a beber. Está pensada para compartir, a fin de que vengan grupos de amigos y de familia. Tenemos producto de calidad y de temporada, que el cliente de siempre ya espera y disfruta, como la alcachofa del Prat, la tortilla de calçots con butifarra, los platos de setas en otoño y los de tomate en el verano, así como los lomos de sardina a la brasa sobre una tostada de pan con tomate. Todo eso lo ofrecemos sin hacer demasiadas curvas técnicas, a precios razonables para que se pueda disfrutar cómodamente y sin hacer un gran dispendio", explica Montaner.
"No hacemos nada demasiado sofisticado: nos gusta la parte de la gastronomía más próxima a la alimentación, en las comidas del día a día, a nuestra cultura", reafirma Nico
Montaner, que nunca pensó en tomar las riendas de Maitea, vio acostumbrado después de acompañar a la madre, que era viuda, unos cuantos años, cerrando filas con sus hermanos. Desgraciadamente, enfermó fatalmente y Montaner se hizo cargo, ahora sin los hermanos pero compartiendo tareas con Belén Barrera. "Soy economista de profesión, con formación en ADE, ITM y PPRR. De cocinar y de vinos, no sabía nada, de manera que cursé cocina en la escuela Hoffmann y también aprendí a probar vinos en la academia Outlook Wine, conocimientos que reforcé gracias a todos los amigos que son parte del mundo del vino". La carta de vinos de Maitea merece un párrafo aparte.
Ecléctica, tal como la define su propietario, satisface las necesidades de bodegueros y aficionados cuando Barcelona acoge ferias y otros certámenes relacionados con el vino. No es extraño que alrededor de la Barcelona Wine Week y el Off The Record, entre otros, veas una mesa larguísima, bien parada y llena de botellas que los ávidos que allí se congregan han paladeado (quizás a ciegas, con el fin de adivinarlas) entre croqueta y croqueta (probad este otoño la de jabalí). "En la cuestión de los vinos, busco la artesanía y la honestidad, tal como lo hago con los quesos, los embutidos y las carnes".
"La selección obedece a mis gustos particulares, que van cambiando, pero intento cubrir todos los estilos a fin de que cualquiera encuentre su vino. Sin tener gamas muy altas, tenemos de todo entre las 200 referencias: vinos sencillos y de otros que representan muy bien la zona, que transmiten el paisaje y hacen viajar. Y también algunas sidras", dice Montaner, que después de un largo día de trabajo encuentra el tiempo para contestar estas preguntas pasada medianoche.