Cada vez que entraba en un restaurante del campo mexicano, Sheldon Jeffrey Sands pedía un plato de cochinita pibil. Si el plato era lo bastante bueno, Sheldon se limpiaba los labios con una servilleta, irrumpía repentinamente en la cocina y cosía a tiros al chef responsable de la cochinita. Lo hacía, según sus propias palabras, para dar equilibrio al país. Cada vez que como un taco de cochinita pienso en esta escena de El Mexicano. Cuando como uno, siempre pienso si el taco justifica tirotear a un cocinero a bocajarro para dar equilibrio a Catalunya.

La última vez que volví a pensar en ello fue esta semana, cuando me senté en una de las mesas del nuevo local que la gente de Ándele han abierto en Gracia. Con una de las paredes rebosante de alebrijes, aquellas artesanías que representan seres fantásticos del folclore mexicano, el local es custodiado por una figura de la Virgen de Guadalupe. La virgen protege el equipo de cocina ya desde el primer día: en el local original, inaugurado el 1999, ella estuvo desde tiempos inmemoriales, con la pintura tan oscurecida por el trajín de los fogones, que entre los trabajadores la renombraron 'la Moreneta'.

Cuando como un taco, siempre pienso en si este justifica tirotear a un cocinero a bocajarro para dar equilibrio a Catalunya

En este nuevo Ándele, ubicado en el número 2 de la Calle Ramis, la familia Rodríguez ha optado por un continuismo con respecto al resto de sus locales: el margarita refresca, desenreda la lengua y marida a la perfección con el callo de hacha, una vieira montada sobre media lima con salsa de chiles; los nachos, hechos con trigo proveniente de México, piden ser deslizados arriba y abajo de un guacamole muy cítrico; la costilla de buey con mezcal se deshace incluso antes de pincharla; los colores de la bandera mexicana —verde, blanco, rojo— decoran con orgullo el chile en nogada, pimiento relleno con granada espolvoreada por encima.

El premio gordo, sin embargo, lo encontramos en el trío de cazoletas de pollo chipotle, pollo flor de calabaza y, claro está, cochinita pibil. Ir enrollándolas y degustándolas en tacos de mal cerrar, que son los mejores tacos, es una de las apuestas seguras de la carta de Ándele. Si el hambre todavía amenaza, unos tacos gobernador con camarones, queso, chile de Puebla y cebolla son ideales. Si lleváis una dieta vegana, unos raviolis de huitlacoche con crema de flor de calabaza y esquites de maíz, dos chupitos de margarita frozen, y adelante con todo.

Foto: Alex Froloff

Como aliciente para los gourmets más melómanos, sentenciamos: Lorenzo Rodríguez, padre del actual gerente y fundador de la marca Ándele, fue también director de una sala de conciertos clave para la Movida, el Rock-Ola, y actualmente es el encargado de diseñar el hilo musical de los restaurantes de la familia. Durante nuestra estancia, pincharon la banda sonora de West Side Story: “Life can be bright in America, if you can fight in America, life is all right in America, if you're all-white in America”. Ahora viene un interludio de silbidos y baile, y silbamos, y bailamos; y quizás también hacemos una visita repentina a la cocina, al estilo Sheldon Jeffrey Sands. Si la comida es lo bastante buena, y en Ándele lo es, hay que velar por el equilibrio del país.