¿Quién dice que en el Tibidabo solo hay un parque de atracciones? A veces nos obsesionamos tanto con el centro y mirar a ras de tierra que nos olvidemos de las maravillas gastronómicas que nos rodean y observan desde las alturas. Sin salir de Barcelona, claro está. Me refiero, por ejemplo, a la buena oferta de comer que hay en la montaña de Montjuïc o, en este caso, a la plaza del Doctor Andreu, situada a los pies del Tibidabo, marcando la frontera norte de la capital catalana. Los establecimientos Mirablau o Mirabé son conocidísimos, pero al mismo nivel podríamos colocar el restaurante La Venta.
La Venta: la cocina heredada de las costumbres familiares
Este 2025 es un año de doble celebración para el restaurante La Venta. 75 años de trayectoria bajo el mismo nombre y 50 desde que fue reflotado. Con este motivo por partida doble me aventuro a subir la montaña y descubrir la historia de este local que nació en 1903, pero con el nombre de Restaurante Viñas. Apareció como local de parada y fonda para los carruajes que subían por la avenida Tibidabo. Desde entonces, este particular y modernista restaurante, situado en un lugar privilegiado con vistas sobre la ciudad de Barcelona, ha ido posicionando poco a poco como un icono de la gastronomía barcelonesa.

Lo que me encuentro solo entrar es un comedor con dos cuadros gigantes que denotan esta elegancia solo con poner un pie. La cocina a mano derecha, donde trabajan a un ritmo frenético a pesar de ser un martes por la noche, y otro comedor a mano izquierda. El mirador, en la planta de arriba, solo está abierto cuando hace mejor tiempo o para grupos y ocasiones especiales. “En el día de San Valentín estaba lleno de parejas sentadas a la mesa”, me explica José Ángel, el sumiller, que hace nueve años que trabaja en un oficio que ama, pero que es “muy sacrificado”.

Retrocedemos unos pasos del comedor inicial para sentarse en la terraza —interior— que tienen en la entrada. Amplia, cálida y con mesas grandes y bastante espaciadas, Antonio —camarero y jefe de sala— nos acompaña a la nuestra y es quien nos atiende durante toda la comida. Ellos dos definen cómo tienen que ser la amabilidad y el buen trato al comensal, mostrando una pulcritud, buena atención y cordialidad para que no nos falte nada. Además, la explicación de cada plato es detallada, concisa y alegre.

La cocina tradicional que encontramos es la cocina heredada de las costumbres familiares, es una cocina pródiga, generosa, diversa, como pan bendecido. Muchos platos nacen del recuerdo y los que encontramos a la oferta del día son las alcachofas fritas del Prat, calçots en tempura y romesco, camarones fritos de Blanes, huevos fritos con trufa y la coca de hoja con escalivada y anchoas del Cantábrico. Cada pueblo tiene una cocina heredada, cada rincón, unos hábitos particulares. “La evidencia de esta diversidad es una herencia que hay que preservar. Preservar la diversidad es un reto tan culinario como cultural,” defiende Lluís Vinyes, propietario del restaurante.

El menú degustación —53 € sin vinos ni cava o 61 € con bebidas— incluye algunos platos de la oferta del día, pero también otras opciones suculentas como el lacón, cortado fino, y aliñado con pimentón de La Vera o la berenjena en tempura con hilo de miel o la merluza de palangre a la romana con salsa mayonesa. La carta es catalana y hace salivar con la escalivada a la brasa de berenjena y pimiento rojo, los caracoles a la gormanda, los erizos de mar gratinados, el rape con salsa de asado o la sepia a la plancha con espárragos verdes.

Pero también hay espacio para los más carnívoros con la butifarra de Lleida en la brasa con judías del ganxet, la pularda en escabeche suave, las costillas de cordero a la brasa de carbón de enzina o el increíble rabo de buey deshuesado con foie y patatas al mortero. De postres, crema catalana, púdin de requesón con helado de miel, pastel fino de manzana, suflé caliente de chocolate o de helado de naranja, pastel de quesos, torrija o, nuestra elección, las trufas de chocolate.

Antes de marcharme, todavía tengo tiempo de conocer la pequeña bodega donde almacenan todas las referencias de vinos catalanes, nacionales e internacionales. Desde precios desorbitados, “estas tres botellas juntas valen 5.000 €” hasta opciones económicas para todos los bolsillos, compruebo una bodega, un restaurante y un equipo perfectos y muy bien trabajados, con una cocina, que, a pesar de celebrar 75 años con el nombre de La Venta, se muestra joven y orgullosa y con ganas de alimentar a un público enamorado y rendido a los pies del Tibidabo.

La gente que viene a La Venta acostumbra a ser gente que ama lo que es juicioso y plausible, nada amiga de comida contra naturaleza, gente que, lejos de preferir la sofisticación, ama las cosas sencillas y bien hechas. “Nuestros platos pretenden simplemente gustar y formar parte de la cocina más sencilla y cotidiana”, proclaman en la web del restaurante.