Mediodía de septiembre: cielo raso, aire nítido y el sol como un lamido. La ciudad de fiesta mayor y en el parque de la Ciutadella una multitud de chiringuitos con lo mejor de la gastronomía sensata de Barcelona. Es Terra i Gust, con mayúsculas: la fiesta anual de la alimentación sostenible. Ahora que la sostenibilidad está en boca de todo el mundo pero a menudo como simple lavado de cara se agradece mucho que aquí sea un concepto totalmente aterrizado: la oferta gastronómica es local, de temporada y sana, se da apoyo a las pequeñas productoras de proximidad, se asesora a los restauradores que para reducir el despilfarro alimentario y se calcula el impacto ambiental de todos los platos que se ofrecen.
Además, se asegura la recogida selectiva de los residuos, se reduce el plástico por materiales reciclables y reutilizables, el mobiliario es de madera recuperada, las principales organizaciones colaboradoras cuentan con el certificado Biosphere de turismo responsable y se apuesta por la energía sostenible con el uso de grupos electrógenos con certificación sostenible. También fomentan la economía local con la contratación de proveedoras autónomas y empresas pequeñas del territorio y el personal de sala, cocina y limpieza están contratados a través de la Fundación Mescladís, que trabaja para dar oportunidades a personas en riesgo de exclusión. Se puede hacer así, se puede hacer bien. Con todo el juicio y experiencia de los organizadores, Slow Food Barcelona: echad un vistazo a su web, y veréis de qué pie calzan!
Terra i Gusto es una fiesta porque los restaurantes que reúne son de postín y es una ocasión única para poder hacerte un menú a medida con las mejores delicias de la gastronomía barcelonesa, como por ejemplo el fabuloso arroz frito en la plancha con jengibre, ajo, col china y kimtxi de Casa Xica seguido del formidable pan de brioche de mantequilla relleno de meloso de cordero xisqueta estofado en su propio jugo con xutni de calabaza sazonada con anís estrellado, clavo y laurel de Les Finestres de Llúria: para llorar. O la clásica ensaladilla rusa del Monocrom y después un espectacular baocata de calamares con mayonesa de tinta y yuzu de El Llamber. Hay mil combinaciones y el juego está servido: cada plato cuesta cinco euros, así que por quince euros habrás hecho una comida de rey que si quieres podrás remachar con los helados de Delacrem o un café hecho con la Velopresso. Y no pasarás sed, que también tienes los vinos ecológicos de Olivera Cooperativa, las kombutxes de Lov Kombuch o las cervezas artesanas de Birra08, Cyclic Beer Farm, L'Estupenda, Kibus, Cluster Craft Beer y La Cervesera del Poblenou seleccionadas por el Barcelona Beer Festival.
Ahora que la sostenibilidad está en boca de todo el mundo como simple lavado de cara, se agradece mucho que en Terra i Gust sea un concepto aterrizado
Sí, las fiestas mayores de barrio tienen las comidas populares de largas mesas y vecindario autogestionado: una maravilla. Como contrapartida, desde hace tres años lo que ofrece la Mercè es este gran festival gastronómico donde todo tiene sentido, donde se entiende la alimentación más allá del negocio y hay propuestas concretas y viables para desbaratar, redimensionar y repensar la industria alimentaria —una de las principales responsables de la terrible crisis ecológica actual. Si este año os lo habéis perdido, corred a coger la agenda del año que viene y apuntáoslo: para mí ya es tradición.