El 7 de septiembre del año 2009 fue lunes. Aquel día, el Barça de Pep Guardiola era líder de la liga después de haber ganado 3-0 el primer partido del campeonato contra el Sporting de Gijón, con goles de Bojan, Keita e Ibrahimovic. El presidente de la Generalitat de Catalunya era José Montilla. Faltaban pocos días para un Once de Septiembre más, reivindicativo pero para nada del mundo histórico. En las verbenas del país sonaba Ai Dolors del grupo revelación del año: Manel. Por culpa de una marca de cerveza, la mitad de los catalanes se habían pasado el verano cantando Summercat de Billie The Vision & The Dancers mientras soñaban unas vacaciones de anuncio en Formentera. El Estatut aprobado por el Parlament el año 2006 todavía no había sido tumbado por el Tribunal Constitucional, Quentin Tarantino estaba a punto de estrenar Malditos Bastardos en España y aquel día, según dice la hemeroteca, en Sant Sadurní d'Anoia la temperatura era de 18 grados cuando salió el sol, a las 07.23h de la mañana.

Fue aquel día y a aquella hora, también, cuando Pepe Raventós, 21.ª generación de viticultores de la familia Raventós i Blanc, hizo la vendimia manual del Xarel·lo y el Bastard Negre (Graciano) con el cual elaboraría el vino que había soñado: Mas del Serral 2009, el espumoso de la Conca del Riu Anoia que hace pocas semanas recibió 99 puntos sobre 100 en la prestigiosa revista Decanter.

Mas del Serral 2009 es obra de Pepe Raventós, elaborador también Can Sumoi y Pepe Raventós Vins. (Lia Marrugat | Mas del Serral)

"El vino espumoso español más refinado que ha existido nunca", en palabras de Pedro Ballesteros, Master of Wine, autor de la puntuación y responsable, por lo tanto, de otorgar por primera vez en la historia 99 puntos a un vino espumoso que no sea de l'A.O.C. Champagne. Si Mas del Serral 2009 es un vino excelente, sin embargo, no es sólo porque permita retroceder doce años atrás en una especie de travelling nostálgico o porque contenga toda la madurez de más de cien meses de crianza, sino porque también permite viajar hasta su origen, como pasa con los Grands Crus de la Borgoña: sus burbujas expresan a la perfección el Clos del Serral, la parcela de la finca Raventós y Blanc donde aquel 7 de septiembre del año 2009 Pepe Raventós empezó a hacer realidad la obra de arte que desde hacía años quería crear.

Un vino espumoso con la huella de Joan Miró

Pepe Raventós no se define evidentemente como un artista, pero la forma con la que habla de viticultura es la misma con la que un creador habla de su obra. Técnica, pasión, conocimiento y valentia, claro, pero todo sin perder nunca de vista el peso de la historia y el respeto por las raíces. Quizás por eso una de las presentaciones del Mas del Serral 2009 que está haciendo por todo Catalunya decidió hacerla en un imponente lugar lleno de historia como el Castillo de Balsareny y decidió estructurarla de una manera artística, presentando primero cuatro vinos parcelarios de Xarel·lo de la Finca Raventós para, más tarde, acabar con el Mas del Serral 2009. Como una ópera con apertura, clímax y cierre final, apoteósico. O quizás como una melodía en crescendo constante. O, más bien, como el modelado de una escultura refinadísima: para comprender el Mas del Serral 2009 hay que conocer el Clos del Serral, para entender el Clos del Serral hay que comprender la Finca Raventós, y para percibir la actual Finca Raventós hay que remitirse a Joan Miró. Estando en Paris en 1922, Joan Miró pintó La Masia, el cuadro donde homenajeaba el Mas de Mont-Roig del Camp donde había aprendido a dibujar con tan sólo 3 años. De la misma manera, fue así, observando el cuadro de Miró en la National Gallery durante una etapa vital lejos de casa, cuando Pepe Raventós se dio cuenta de que su sueño era devolver el Mas del Serral a su origen: la agricultura tradicional basada en la armonía entre naturaleza, animales y hombre.

Imagen promocional del Mas del Serral 2009. (Blai Carda | Mas del Serral)

Si desde hace más de quince años la finca Raventós i Blanc de Sant Sadurní d'Anoia es un buen ejemplo de la recuperación del concepto de granja mediterránea autosuficiente, el Clos del Serral es una parcela que evidencia el potencial de la Conca del Riu Anoia como territorio vinícola en el cual elaborar los vinos espumosos más minerales del mundo. ¿Por qué? En primer lugar, porque los suelos miocenos y carbonatados esconden vida oceánica fosilizada, ya que por mucho que parezca que no tiene nada que ver con lo que estamos hablando, hay una relación intrínseca entre Mas del Serral 2009 y el hecho de que el Penedès, hace dieciocho millones de años, fuera mar. Por eso el Clos del Serral está formado por sedimentos de origen marino como arcillas grises, arenas con guijarros y grandes fragmentos de fósiles como caracoles de mar, conchas y ostras. Después, claro está, hay que tener en cuenta las características de la parcela: un microclima único provocado por la orientación norte/noroeste, una pendiente ligerísima y la presencia del bosque del Serral como elemento protector.

Un camino con un destino: el origen

"Mas del Serral es donde el pasado y el futuro se encuentran, ya que es ofrecer una cosa perdurable en el tiempo pero trabajada a la manera de antes". Así define su obra Pepe Raventós en el vídeo de presentación del vino, dónde se pone de manifiesto la sensibilidad, el detallismo y el respeto por el entorno que hay detrás de este espumoso tan singular: agricultura biodinámica con labrado de la viña llevado a cabo por un caballo bretón, cero emisiones de CO2 en la parcela, uva seleccionada a mano, crianza en depósito de inox, cemento y lías y, después del embotellado, diecisiete meses de envejecimiento en cuba y crianza en rima durante cien meses. En definitiva, la elaboración tradicional al servicio de una visión contemporánea y, además, con el sello inconfundible de un viticultor que es el heredero de la familia que introdujo el Champagne en España el año 1872. ¿Cómo se expresa, sin embargo, esta obra? ¿De qué hablan estos suelos con millones de años, este Xarel3lo y este Bastard Negre provenientes de una viña de 1954 o estos cien meses de silencio, paciencia, maduración y, en definitiva, vida embotellada? ¿Cuál es la emoción de probar todo aquello que nació un 7 de septiembre de 2009?

Sólo existen 849 botellas màgnum de Mas del Serral 2009 en el mundo y la inmensa mayoría de ellas ya forman parte de la bodega privada de los coleccionistas de vino más despiertos del mundo. Del vino no se puede hablar sin conocerlo, sin embargo, por eso quien escribe estas rayas ya no puede contenerse más ni morderse más la lengua, después de dar más vueltas que un reloj durante todo el artículo, para decir lo que no se puede negar: si según Aristóteles la catarsis es una experiencia interior purificadora, de gran significado interior y provocada por un estímulo externo, Mas del Serral 2009 es un vino espumoso capaz de provocar la catarsis. Primero está el color de trigo dorado, intenso, oscuro y enigmático. Después una explosión de aromas elegantes con fruta madura, bollería, plátano, crema o incluso almendras; uno se acerca a la copa, afina la nariz, olora incluso texturas de piedra y tiene la sensación de perderse de una mágica manera, como quién en un sueño pasea por un paisaje desconocido pero no tiene ninguna prisa por despertarse. Y más adelante, en el momento de probarlo, llega la hora de las notas de pera o melocotón fundiéndose con sabores tostados, fruta madura y un alma vibrante y salina que acompaña unas finísimas burbujas. Tan finas que casi ni se notan. Tan finas como la carne de gallina cuando el vino pasa por el paladar y se va, pero su espíritu, perdurable, se queda.

Y es entonces, sí, cuando uno piensa en Pedro Ballesteros y se da cuenta de que no ha exagerado nada otorgando 99 puntos a este vino, ya que es entonces cuando uno se da cuenta que el 99 sobre 100 es un número altísimo, pero sin embargo denota aquello que hace interesante la vida: nada en el mundo es cien por cien perfecto, ya que como dijo el propio Joan Miró antes mencionado, las únicas cosas excelentes son aquellas que no existen. Por suerte, sin embargo, hay algunas que son casi perfectas y no sólo son reales, sino que pueden degustarse con los labios.