Garraf, principios del siglo XIV. Un soldado de la flota de los almogávares llega a Sitges procedente del Mediterráneo oriental con un sarmiento de malvesia, que es como en aquellos tiempos se denominaba a una dulcísima variedad de uva del sur de Grecia. La historia de cómo esta variedad vinícola llegó a Catalunya en manos de un guerrero es terriblemente seductora, pero tiene un problema importante: no está documentada en ningún sitio, por lo tanto no sabemos el nombre de este mercenario a las órdenes de Roger de Flor, como tampoco sabemos en qué batallas luchó. Lo que sí que sabemos es que su historia ha pervivido de generación en generación, pero a pesar de ser un mito popular tiene un fundamento de verosimilitud que la sostiene: este soldado desconocido de la Gran Compañía Catalana participa en la campaña de Oriente que Ramon Muntaner describe con todo tipo de detalles en su Crónica. Y en el texto, escrito el año 1325, el cronista explica que los almogávares "Hach atorgat que a Malvesia trobarien refrescament de paga".

 

Podemos creer que la malvasía de Sitges es lo que es gracias a este soldado, o podemos creer simplemente que llegó a nuestra casa gracias al comercio marítimo y la influencia de los genoveses y los venecianos, grandes amantes de esta variedad. El caso es que estuvo en plena edad media que la malvasía arraigó fuerte en Sitges, convirtiendo la viña en el principal activo económico de la villa durante siglos y los vinos de malvasía de Sitges en un producto exportado a ultramar, especialmente en los siglos XVII y XVIII. Después llegaron enfermedades como el oídio, plagas como la filoxera o nuevas modas de vinos como el champán, y los vinos de malvasía de Sitges cayeron en una decadencia profunda hasta que a finales del siglo XX vuelven a remontar, pero todavía escasamente.

Escultura de La chica de la malvasía, en el paseo marítimo de Sitges. (Ramon Cuello)

Allí donde hace siglos había viña, ahora en la preciosa Sitges hay apartamentos, calles llenas de bares y todos aquellos servicios propios de una villa que algún día fue una ciudad vitivinícola y desde hace décadas es una ciudad eminentemente turística. Sin embargo, la malvasía de Sitges es un elemento tan patrimonial de la ciudad como lo son el carnaval, el festival de cine fantástico o la Fiesta Mayor, por eso hoy nuestro sumiller Meritxell Falgueras nos recomienda tres vinos maravillosos de la variedad autóctona genuina de este rincón de mundo que Santiago Rusiñol y los modernistas convirtieron en un paraíso artístico y cultural. Y como todos ya  sabemos, sin vino no hay paraíso.

Llegat Llopis 2016
Celler Hospital de Sitges

D.O. Penedès
100% Malvasía de Sitges
En torno a 19.00€

Quizás sin Manuel Llopis este artículo no existiría, ya que quizás sin él la malvasía de Sitges ya haría décadas que habría desaparecido eternamente de nuestro país. El año 1935, justo antes de morir, este abogado y diplomático suburense quiso evitar la desaparición de la malvasía sitgetana legando al Hospital de Sant Joan Baptista una parte del patrimonio familiar del cual era propietario: fincas rústicas repartidas en Aiguadolç i Miralpeix, y sobre todo el negocio vinícola de la Bodega Llopis. La Guerra Civil retrasó la entrega del legado, pero el año 1966 finalmente el testamento no dejó ninguna duda al aire: "En demostración del cumplimiento de su obligación de seguir elaborando y de mantener la calidad de la Malvasía Manuel Llopis, de Sitges," decía el texto, "el Hospital de San Juan Bautista deberá entregar de por vida a Don Trinidad Fontcuberta y de Dalmases [cuñado de Llopis], veinticuatro botellas de tal malvasía, cada año; y él fallecido, las deberán recibir -por mitades- quienes le sucedan en el cargo". Fue de esta manera como un hospital dedicado al cuidado de las personas mayores se convirtió, también, en un espacio destinado a la elaboración de vino. Las viñas del Hospital són la herencia patrimonial del pasado viticultor de Sitges, y este Lllegat Llopis es uno de los mejores ejemplos. Es un vino de malvasía de Sitges muy poco común, menos dulce de lo que todos podríamos pensarnos y fabulosamente estructurado. Vino blanco, de color amarillo limón, de aromas varietales de piña, limón o albaricoque y con buena acidez en boca, donde los recuerdos de la criancza sobre lías y el "battonage" en la barrica aportan estructura peroo no molestan.

Muestra de una botella de vino Llegat Llopis 2016

Monembasia
Celler Hospital de Sitges

D.O. Penedès
100% Malvasía de Sitges
Alrededor de 22€

Para entender bien el primer espumoso elaborado por la Fundación Hospital Sant Joan Bautista hay dos opciones: abrir la botella o abrir el Google Maps. Tanto si se escoge una opción como la otra, el resultado es el mismo: se puede sentir el olor de flores, de melocotón, de piña y de la salinidad del mar. Es más, también se puede apreciar en los labios el frescor y la viveza del Mediterráneo, con el embrollo de las olas como miles de burbujas estallando. El secreto reside en el homenaje que la bodega Celler Hospital de Sitges ha querido hacer a la ciudad originaria de la malvasía con este Clàssic Penedès, por eso escribir "Monembasia" al Google Maps es como quererse quedar a vivir eternamente dentro de una copa de vino espumoso. Hay vinos que te emocionan, y hay vinos que te transportan a penínsulas pequeñísimas del sur de Grecia, junto a la mítica ciudad de Esparta, concretamente a un pequeño pueblecito de casas blancas, playas que parecen paradisíacas e iglesias ortodoxas de nombres ilegibles en alfabetos que no sabemos descifrar. Pero también hierba fresca recién cortada, tomillo y manzanilla en los márgenes de los caminos. Y el mar, claro, presente y eterno, salvaje y seductor a la vez. Eso es Monembasia. La ciudad, pero también el vino.

Muestra de una botella de vino Monembasia

Malvasia de Sitges Dulce
Celler Can Pagès

D.O. Penedès
100% Malvasía de Sitges
Alrededor de 15€

Si los vinos de malvasía de Sitges vivieron una época dorada gracias a la exportación fue, más allá de su calidad, por su capacidad de mantenerse bien. Los vinos generosos, gracias al alto contenido de alcohol y de azúcar, soportaban bien las largas travesías, como era el caso de los vinos suburenses exportados en su mayoría a América. Este Malvasia de Sitges Dolç es un buen ejemplo de lo que tiene que ser un vino generoso dulce de calidad, que va mucho más allá del típico "vino de postres" que muchos asociamos al moment frutos secos y pasas con el cual acaban muchas comidas. Se trata de un vino envejecido en botas, de aquí su color oscuro y anaranjado, con aromas de fruta madura, café y hierbas aromáticas. La gran particularidad, sin embargo, la encontramos en boca: este vino de la bodega Can Pagès es goloso y expresivo, pero a la vez fresco. Un ejemplo absoluto, pues, del ADN prototípico de la malvasía de Sitges, que como hemos visto en este artículo va mucho más allá de los vinos dulces, pero que cuando la encontramos como un vino puramente dulce se muestra de una manera espectacular y rica.

Muestra de una botella de vino Malvasía de Sitges