El día 1 de enero de 1986 a las doce en punto, millones de catalanes se comieron las doce uvas mientras Àngel Casas les deseaba un buen año nuevo y una feliz entrada en la Comunidad Económica Europea. Nadie pensaba, en aquel preciso instante, que aquel champán con el que brindaban dejaría de poder llamarse champán por culpa de una normativa europea. Y, sobre todo, centenares de campesinos de todo el país no podían ni imaginarse que el sumoll, ximoi, sumoi, xemoy, saumoll, ximoy o xemoll que cultivaban llegaría, algún día, a ser un vino de calidad.

 

La variedad antisistema que desafía el sistema

Con la entrada del estado español en la supuesta liga de los países punteros del mundo, el mundo del vino experimentó una sacudida que significó la apuesta por la producción, la comercialización y, de rebote, la apuesta por las variedades autóctonas internacionales ante las variedades autóctonas del país. En aquel país de sangres-de-toros, marquesos-de-monistrol y bachs-estríssimos donde el vino se compraba a granel rellenando garrafas vacías y las etiquetas de diseño con nombres divertidos eran pura ciencia-ficción, las variedades autóctonas más rústicas parecían tener los días contados, despreciadas y consideradas poco aptas para hacer hasta de calidad que estuvieran a la altura de los grandes vinos franceses, italianos o alemanes.

Sumoll Heretat Montrubí_Angela Lobo

Una cepa de sumoll en Heretat Mont-Rubí. (Àngela Llop | Viquipèdia Commons)

En el cementerio de las variedades tradicionales, también llamadas "rústicas", no había espacio para el sumoll. Por suerte. El sumoll se denomina de mil maneras diferentes, dependiendo de cada territorio, precisamente porque tanto antes como después de la filoxera era una uva presente en media Catalunya, del Maresme al Tarragonès pasando por los dos Penedès, el Bages o los valleses. Primero resistió al embate de la plaga, a finales del siglo XIX, y más adelante al embate de la globalización, por lo tanto la historia de esta variedad es un ejemplo no sólo de resistencia, sino sobre todo de resiliencia: de cómo un buen grupo de campesinos y elaboradores tozudos, a principios del nuevo milenio, creyeron que los sumolls podían ser vinos que compitieran con los referentes vinícolas europeos y jugaran en la liga de los Pinot Noir, los Mencía o los Nebbiolo. ¿Era posible cambiar el destino de aquellos vinos considerados tánicos, gruesos o alcohólicos, sin embargo?

La tozudez dio resultados y el año 2001 Heretat Mont-Rubí, en el Penedès, elaboró el primer sumoll embotellado de la historia: se llamó Gaintus y sólo se hicieron mil botellas. Decía Jack Kerouac que la locura deja de ser un delirio cuando aquello que se dice, se piensa o se hace se convierte en realidad, por eso en las dos últimas décadas han sido diversas las bodegas de la Catalunya Central, especialmente las del Penedès y en parte también las del Pla del Bages, que han seguido las huellas de aquel Gaintus y han hecho posible lo que parecía imposible: hacer del sumoll una variedad respetada y capaz de hacer vinos delicados, equilibrados y frescos donde la suavidad y la fuerza se dan la mano con la potencia y la pureza. Hacer del sumoll, en definitiva, una variedad apreciada globalmente por todo el mundo, aunque curiosamente fuera la globalización quien casi lo envía al cementerio.

Hoy, en la Bodega de ElNacional Sumoll Special Edition, nuestra sumiller Meritxell Falgueras nos recomienda tres vinos de sumoll excelentes para comprender que en la vida, incluso cuando todo el mundo te da por muerto, nunca hay que dejar de creer en uno mismo.

Sumoll Rosat
Pardas Celler

D.O. Penedès
100% Sumoll
Alrededor de 10€

Cuando Ramon Parera y Jordi Arnan elaboraron por primera vez este Sumoll Rosat, el año 2005, el sumoll no estaba aceptado por la DO Penedès y seguía siendo considerado una variedad áspera y vulgar. "Hacer un monovarietal de sumoll era un homenaje a nuestro pasado vinícola, ya que el sumoll es una expresión genuina del Penedès", me dijo una vez Arnan, campesino y uno de los dos pilares fundamentales de esta bodega ubicada en la Finca Can Comes de Torrelavit, en el valle del río Bitlles, que desde hace más de quince años ha sido decisiva en la recuperación y dignificación del sumoll. Buena muestra de eso es, también, el Sus Scrofa, un vino tinto monovarietal de sumoll y que es una auténtica delicia.

Pardas Sumoll

En el caso del Sumoll Rosat, sin embargo, estamos hablando de un vino elaborado a partir de una viticultura austera, de calidad, de bajo rendimiento y con una enología muy esmerada y respetuosa con la uva. Pardas Rosat se nos presenta a los ojos con un seductor color eléctrico, de frambuesas, y en la nariz suelta aromas intensos donde destacan los tonos herbáceos y minerales. Hablando claro: no es uno rosado normal y corriente, por descontado. De hecho, no nos atreveríamos ni a contemplarlo dentro de nuestro Manifiesto Rosa, ya que es más que eso: es uno rosado que crea un mundo propio en sí mismo y que va mucho más allá de aquel tópìco según el cual los rosados son aquellos vinos que viven a medio camino del blanco y el tinto. He aquí uno rosado sabroso y con volumen en el gusto, con un final largo y persistente.

Ancestral Sumoll 2018
Can Sumoi

100% Sumoll
Alrededor de 14€

Si hablamos de sumolls, es casi obligatorio hablar de un sumoll elaborado en una finca llamada Can Sumoi. Además, si hablamos de pasión y respeto por la agricultura tradicional autóctona, es lógico hablar de Pepe Raventós, el principal responsable de este espumoso natural elaborado únicamente con la variedad que durante siglos ocupó las viñas de esta finca ubicada a casi 600 metros de altura y en medio de la Sierra del Hombre, en el Baix Penedès.

Can Sumoi

Se vinifica siguiendo el método ancestral de fermentaciones cortas y directamente en botella, un nuevo paradigma en la vinificación de espumosos de calidad, y el resultado es un vino elegante, fresco y ligero, del cual destacan notas de fruta fresca a la nariz. En la boca es ágil, con una burbuja finísima que se estructura a la perfección y exalta el final elegante y seco. En resumen: un ancestral del cual no sólo podréis beber una botella.

Sumoll 2015
Can Ràfols dels Caus

D.O. Penedès
100% Sumoll
Alrededor de 18€

Dicen que el Macizo del Garraf es la mejor zona del país para plantar actualmente sumoll, y este Sumoll 2015 de Can Ràfols dels Caus puede dar buena fe de eso. Venimos de uno rosado con personalidad, de un ancestral singular y acabamos con un tinto de culto, obra del grandísimo Carlos Esteva y capaz de aglutinar dentro de una botella muchísima personalidad: la de una variedad que hace treinta años casi estaba desaparecida y la de una zona, en los alrededores de Avinyonet del Penedès y la Fuente de la Caña, en la cual hace 2.700 años los romanos empezaron a cultivar la viña en el territorio catalán.

Can Ràfols

De este mismo Macizo del Garraf es de donde sale este Sumoll 2015, proveniente de viñas de más de cincuenta años y fermentado y criado en barricas de castaño con levaduras autóctonas silvestres. En los ojos, color de granada. En la nariz, aromas de bayas y toques minerales. En la boca, ligero, limpio y con un final donde resuena la fruta roja ácida. Un vino para nada del mundo grasiento. Un vino que hace real aquello que hace treinta años nadie veía posible hacer: dignificar el sumoll y hacerlo una variedad capaz de dar vinos de altísima calidad.