Este es un manifiesto con un propósito muy concreto: defender que un día precioso es todavía más bonito si se acompaña de buen vino. De Sant Jordi decimos que es el día del libro, el día de la rosa, el día del amor o, incluso, la festividad simbólica de Catalunya, pero en esta Bodega de ElNacional Sant Jordi Special Edition hemos venido a reivindicar que el 23 de abril las calles de nuestro país se llenen de peatones con una rosa y un libro bajo el brazo, claro está, pero también con una botella de vino. ¿Utópico? Puede parecerlo, pero más utópico es que la hija de un rey sea condenada a ser el desayuno de un dragón, y bien que nos lo creemos.
¿Habéis regalado alguna vez una rosa que se bebe? ¿Os han regalado alguna vez un libro cuyas historias se degustan con el paladar? Seguramente no, por eso hoy proponemos incorporar una botella de vino a este día genial y desglosamos tres rosados maravillosos que harían perder el mundo de vista al caballero Sant Jordi, salvarían con un sol trago a cualquier princesa e, incluso, saciarían la sed de cualquier dragón hasta convertirlo en un bon vivant.
La Rosa
Can Sumoi
DO Penedès
Moscatel, Parellada y Sumoll
En torno a 11€
Elegancia, intensidad y delicadeza. No, no estamos hablando de los tres valores primordiales que cualquier enamorado quiere encarnar el día de Sant Jordi cuando regala un libro y una rosa, sino de este vino rosado proveniente de viñas situadas alrededor de la finca Can Sumoi, en la Serra de El Home, un paraje de cuento rodeado de bosque y situado a una altura de 650 metros, en la zona más elevada de la DO Penedès. Este vino lleva la firma de Pepe Raventós, uno de los viticultores más inquietos del panorama vinícola catalán y reconocido internacionalmente gracias a los espumosos de Raventós i Blanc y Mas del Serral. La Rosa también se elabora siguiendo las pautas de la agricultura ecológica y biodinámica, es decir, con la mínima intervención posible, sin aditivos ni sulfitos y con un respeto supremo por el entorno.
¿Por qué nos gusta? Porque es uno rosado que provoca un amor a primera vista con esta tipología de vinos, y porque tras su apariencia frágil se esconde un vino de gran personalidad, floral y mineral, que recuerda la fruta de hueso y la pulpa de las frambuesas, pero sobre todo los pétalos. ¿Por qué regalarlo? Porque si las rosas fueran líquidas, sin duda serían este vino.
Cote des Roses
Gérard Bertrand
AOC Languedoc
Garnacha, Sirah y Cinsault
Alrededor de 9€
La mejor recomendación para disfrutar de este vino es sencilla: abridlo y apretad play a La vie en rose, si puede ser en la versión que Zaz hizo hace pocos años de este clásico de Edith Piaf. Cuando lo hagáis, cuando tengáis la copa llena y cuando hagáis el primer trago, cerrad los ojos, dejaos guiar por la música y tanto la nariz como el paladar os llevarán a unos remotos campos de Francia, en alguna viña perdida entre Perpinyà y Nimes que no sabemos donde está, ni qué forma tiene, ni si está cerca del mar o más bien en una zona elevada de montaña, pero que nos imaginamos tan idílica como el nombre de este vino: un costero de rosas, como un fotograma digno de Tim Burton si Tim Burton hiciera cine vinícola y se presentara en el Festival MOST.
¿Por qué nos gusta? Porque en un concurso mundial de vinos románticos, este llegaría sin duda a la final, tanto por su estética delicada gracias a un packaging muy trabajado, como por aquello que desprenden sus aromas: grosella, flores blancas, fruta cítrica y rosas. Evidentemente, muchas rosas. ¿Por qué regalarlo? Si hacemos caso a lo que dice a la web del producto, porque "este vino es mejor que un ramo de rosas", pero más allá de esta frase escrita por algún publicista el día siguiente de haber conocido el amor de su vida, Cotes des Roses es un rosé que expresa de maravilla la joya de vida mediterránea, sea o no sea la vida un cuento de color rosa.
Grands Moments Rosat San Jordi
Covidas
DON Cava
100% Taladrado
Alrededor de 5€
Para acabar, un cava de una de las bodegas más singulares del Penedès: Covides, la cooperativa vinícola de la tierra donde hace más de un siglo el vino espumoso elaborado con Método Tradicional cambió para siempre la historia de la comarca. Y, por suerte, también de nuestras vidas. Queremos hablar de este cava, de sus burbujas y de su color chillón de una intensidad más alta que el paquete de preservativos con gusto de rosas que haría Durex en caso de hacer unos profilácticos Sant Jordi Special Edition, porque Sant Jordi es amor y delicadeza, pero también pasión, no nos engañemos. Como este cava, que es intensidad y arrebato, pero también sensibilidad, ya que para entender el Grans Moments primero hace falta comprender que la cooperativa que lo elabora se puede definir con las palabras 'identidad', 'territorio' y 'autenticidad': fundada el año 1963 fruto de la voluntad de más de 600 agricultores para elaborar de manera conjunta el vino de su cosecha, Covides es la metonimia de centenares de campesinos, elaboradores y viticultores desde Gelida hasta el Vendrell, a lo largo de todo el Penedès. Son estas 2.300 hectáreas de viñas repartidas por más de 50 municipios las que forman la viña propia de Covides y de las cuales sale la uva de vinos como este, un cava elaborado al 100% con la variedad Trepat.
¿Por qué nos gusta? En primer lugar, porque su etiqueta contiene todo aquello que amamos en un 23 de abril: un dragón leyendo un libro con un poco de vino detrás suyo. Pero sobre todo, nos gusta por el color rosado atractivo, los aromas de frutas y flores una vez empiezas la botella y, evidentemente, la agradable persistencia en boca. Decía Josep Pla, que precisamente murió el día de Sant Jordi, que en este país "los vinos con burbujas abusan del carbónico e hinchan el pecho, como un globo," pero las finas burbujas del Grans Moments Rosat son todo lo contrario: su paso por boca es tan delicado que, después de hacer un trago, lo mejor que uno puede hacer es besar salvajemente a la persona que ama, ya que quizás el amor es el globo más bonito que existe. ¿Por qué regalarlo? Precisamente por eso: porque si Sant Jordi ya es un gran momento de por si, casado con cava se convierte en un momento inmejorable.
Si habéis leído este manifiesto detalladamente y habéis llegado hasta aquí, recordad que no fue hasta el año 1931 que el día de Sant Jordi, aparte de rosas, empezaron a regalarse libros. Parece plausible, por lo tanto, imaginar que una vez, alrededor de 1930, en alguna columna de algún diario catalán seguramente alguien como un servidor debió escribir un artículo proponiendo que el día de la rosa también se regalaran libros. Le debieron llamar utópico. Le debieron llamar soñador. Le debieron llamar iluso. Noventa años más tarde, sin embargo, sabemos que aquella idea triunfó, por suerte, por eso hoy hemos escrito este artículo: para recordar que los días preciosos, con vino, siempre son doblemente preciosos.