Kosher procede del hebreo y significa apto. Es aquel vino elaborado bajo las normas judías y la supervisión de una autoridad religiosa. No te voy a engañar, en una cata a ciegas no hay ninguna nota organoléptica que hace que se diferencie de los demás. Aparte, se puede hacer en diferentes lugares del mundo y en diferentes tipologías. Es decir, en una cata a ciegas no es posible diferenciarlos y su calidad sigue dependiendo del viñedo y de su elaboración, como el resto de los vinos. No todos los vinos que se producen en Israel son Kosher. (Por cierto, he estado en junio visitando bodegas cerca de Tel Aviv y hacen vinos muy interesantes, aunque producciones pequeñas difíciles de encontrar aquí). Cuando se comercializa un vino como kosher quiere decir que tiene el sello hechster, es decir, la aprobación de un organismo supervisor, como por ejemplo de la Unión Ortodoxa con un decisor de la ley judía y el 1% de la comercialización de dichos vinos se dedica a causas benéficas.
No te voy a contar todas las normas, pero sí algunas: toda la maquinaria utilizada debe ser de uso exclusivo para los vinos kosher. En el viñedo no se permite el uso de fertilizantes orgánicos y las viñas tienen que tener un mínimo de 4 años, y si están en Israel hasta 7. Se recomienda el uso de variedades autóctonas y se sigue lo que dicta La Torah y las leyes del Kashrut. También que no se utilicen ciertos tipos de levaduras ni productos de origen animal. Así que estos vinos son ideales para los veganos. El vino que te propongo esta semana es kosher, of course, y está hecho en la DO Montsant y es seguramente el vino kosher más conocido y reconocido en nuestras tierras. Se llama Peraj Ha'Abib Flor de Primavera y es un equilibrado tinto elaborado de cariñena, cabernet sauvignon y garnacha tinta con 12 meses de envejecimiento. ¡Porque aunque se ve diferente según la religión que se promulga, lo bueno del vino es que habla siempre el lenguaje del buen gusto!